Temores de deportación en Doralzuela
Las personas que pierdan sus protecciones tendrían que permanecer ilegalmente con el riesgo de ser deportadas o regresar a casa, una ruta poco probable dada la agitación política y económica en Venezuela.
“Es de verdad bastante lamentable perder ese capital humano, porque hay personas que hacen trabajo aquí, que otras personas no lo van a hacer”, expresó Escaray, de 37 años, en uno de sus restaurantes, “Sabor Venezolano”.
Nuevas vidas en riesgo
John llegó de Venezuela hace nueve años y compró una empresa de construcción en crecimiento con un socio. Él y su esposa están bajo el Estatus de Protección Temporal, o TPS, que el Congreso creó en 1990 para personas en Estados Unidos cuyos países de origen se consideran inseguros para regresar debido a desastres naturales o conflictos civiles. Los beneficiarios pueden vivir y trabajar mientras dure la situación, pero el TPS no ofrece un camino hacia la ciudadanía.
Nacida en Estados Unidos, su hija de cinco años es ciudadana. John, de 37 años, pidió ser identificado solo por su primer nombre por temor a ser deportado.
Política migratoria
Los venezolanos fueron uno de los principales beneficiarios cuando el expresidente Joe Biden amplió drásticamente el TPS y otras protecciones temporales. Trump intentó cancelarlas en su primer mandato y ahora en su segundo.
El fin de las protecciones temporales ha generado poca reacción política entre los republicanos, excepto por tres representantes cubano-estadounidenses de Florida que pidieron evitar las deportaciones de los venezolanos afectados. Mario Díaz Ballart, Carlos Gimenez y Maria Elvira Salazar han instado al gobierno a evitar la deportación de venezolanos sin antecedentes penales y revisar a los beneficiarios del TPS caso por caso.
Son médicos, abogados, esteticistas, trabajadores de la construcción y limpiadores de casas. Algunos son ciudadanos estadounidenses naturalizados o viven en el país ilegalmente con hijos nacidos en Estados Unidos. Otros se quedan más tiempo del permitido por sus visas de turista, buscan asilo o tienen alguna forma de estatus temporal.
Miles de personas llegaron a Doral mientras el Aeropuerto Internacional de Miami facilitaba décadas de crecimiento.
Frank Carreño, presidente de la Cámara de Comercio Venezolano Americana y residente de Doral desde hace 18 años, dijo que hay un ambiente de incertidumbre.
«¿Qué va a pasar? La gente no quiere volver o no puede volver a Venezuela”, señaló.
Con información de AP