En la búsqueda constante por mejorar la salud cardiovascular, perder peso o desarrollar fuerza muscular, dos actividades se destacan por sus beneficios: correr y nadar. Ambas son prácticas de cardio excepcionales, pero ¿cuál de ellas es más eficaz dependiendo de tus objetivos de fitness?
Expertos en entrenamiento físico ofrecen perspectivas valiosas sobre cuál de estas dos modalidades podría ser la opción más adecuada para ti.
Cuando se trata de desarrollar masa muscular, la natación parece llevar la delantera. Si bien correr también activa los bíceps al mover los brazos, su enfoque principal recae sobre la parte inferior del cuerpo y el core, sin ofrecer resistencia significativa para la parte superior del cuerpo.
Por otro lado, la natación es un ejercicio de cuerpo completo, en el que el agua genera resistencia natural, lo que permite que los músculos se trabajen en su totalidad.
Cada estilo de natación activa diferentes grupos musculares. La brazada de pecho, por ejemplo, se enfoca en los isquiotibiales, glúteos y pantorrillas, mientras que el estilo libre trabaja principalmente el core y las caderas.
La mariposa, por su parte, involucra músculos del pecho, dorsales, bíceps y tríceps, junto con las piernas, lo que lo convierte en el estilo más exigente físicamente.
Bajar de peso: correr tiene sus ventajas
Si tu objetivo principal es perder peso, los expertos coinciden en que correr es más eficiente para quemar calorías. Según un estudio publicado en el Journal of Physiological Anthropology, las personas que corrían al menos 10 kilómetros por semana tenían una cantidad significativamente menor de masa grasa corporal y grasa visceral.
La mayor intensidad y el impacto de correr contribuyen a un mayor gasto calórico en comparación con la natación.
Por ejemplo, una persona de 57 kg que corre 30 minutos quema entre 226 y 382 calorías dependiendo de la velocidad, mientras que nadar durante 30 minutos de manera moderada quema unas 198 calorías, y hacerlo de manera vigorosa, alrededor de 283.
Al incorporar ambos entrenamientos en tu rutina semanal, puedes disfrutar de la variedad de beneficios que ofrecen cada uno. Nadar es ideal para la recuperación muscular y es de bajo impacto para las articulaciones, lo que lo convierte en una excelente opción para el entrenamiento cruzado o la recuperación de lesiones.
A su vez, correr puede ayudarte a mejorar la fuerza de las piernas y las caderas, lo que a su vez te proporciona más potencia al nadar. Esta interacción complementaria entre ambas actividades puede optimizar tu rendimiento físico general.
Con información de Infobae