Durante el invierno, muchas personas se abrigan sin pensar en lo que acumulan en sus prendas exteriores. La rutina diaria, el transporte público, el contacto con superficies sucias y los cambios de temperatura convierten ciertas prendas en auténticos depósitos de bacterias y virus. Pese a ello, una de ellas rara vez visita la lavadora.
Expertos en microbiología alertan sobre los peligros que representa este descuido y explican por qué este tipo de ropa requiere cuidados especiales.
Qué prendas son un foco de microbios
El microbiólogo Charles Gerba, de la Universidad de Arizona, asegura que “la exposición a gérmenes es alta en espacios públicos cerrados como el metro y el tren eléctrico”. En esos entornos, donde millones de personas se trasladan diariamente, las prendas exteriores como abrigos, chaquetas y guantes recogen una cantidad considerable de patógenos.
Estas piezas de ropa, que difícilmente se lavan con regularidad, se convierten en un medio de transporte perfecto para microbios que pueden sobrevivir durante días en las fibras textiles.
Cómo actuar si la prenda ya está contaminada
En caso de haber olvidado una prenda húmeda o sucia, es crucial saber cómo proceder para evitar que se convierta en un problema mayor. Las prendas mojadas dentro de la lavadora pueden comenzar a desarrollar moho y bacterias pasadas las 8 horas, especialmente en verano.
Después de 12 horas, el riesgo de formación de manchas, malos olores y daño a las fibras se vuelve severo.
Para revertir este daño, se recomienda un nuevo lavado con agua caliente, añadiendo una taza de vinagre blanco o bicarbonato de sodio, y utilizando el ciclo de enjuague adicional. El uso de productos como bórax o jugo de limón mezclado con detergente también ayuda a eliminar los olores impregnados y a desinfectar los tejidos comprometidos.
Con información de Infobae