||Rodolfo Gamarra
La importación sin control ha desplazado la producción nacional, y «genera un estancamiento en la comercialización de derivados locales»
El sector palmicultor de Venezuela enfrenta una situación compleja, debido al incumplimiento de los acuerdos establecidos para el pago de la cosecha y la comercialización masiva de aceite de palma importado. Los productores denunciaron que las industrias procesadoras redujeron de forma unilateral el precio del racimo de fruta fresca, a pesar de mantener el valor del aceite crudo en el mercado.
Esta situación, explicaron, sumada a los retrasos en los pagos, amenaza la sostenibilidad del cultivo y la estabilidad económica de miles de familias dedicadas a esta actividad.
REDUCCIÓN DE PRECIOS
En julio de 2023, se estableció que los productores primarios recibirían 17% del precio de venta del aceite crudo por cada tonelada de racimo de fruta fresca. Tres meses después, en octubre del mismo año, se acordó en Santa Bárbara de Zulia que el pago por tonelada de aceite rojo de palma sería de $ 1.500, lo que equivalía a $ 255 por el mismo volumen de fruta.
Sin embargo, en las últimas dos semanas, las plantas extractoras redujeron el precio a $ 200, una diferencia de $ 55, respecto al acuerdo vigente. Luis Urbina, presidente de la Federación de Palmicultores de Venezuela (Fepalven), explicó que están identificados con un precio acorde a los costos de producción, «pero denunciamos que hay una baja en la compra de la cosecha».
Detalló que el valor no es el que esperaban. «Se hicieron acuerdos que deben respetarse».
Refirió que desde finales del pasado mes de marzo, ingresan al país aceite de palma, margarina y manteca procedentes de Colombia, «sin mayores controles».
Denunció que esta situación ha desplazado la producción nacional y genera un estancamiento en la comercialización de derivados locales. Urbina advirtió que el producto venezolano no puede competir en estas condiciones, «lo que perjudica a los productores».
FALTA DE TRANSPARENCIA
Además de la reducción de precios, los palmicultores enfrentan demoras en los pagos por parte de las extractoras. Tampoco reciben retribución por subproductos como el aceite y la harina de palmiste, a pesar de que estos generan ingresos adicionales para las empresas procesadoras.
Resaltó que los productores adquirieron fertilizantes con base en los precios acordados en 2023.
«Con la reducción actual, les resulta casi imposible cumplir con sus compromisos financieros. Nos cuesta cancelar las deudas porque las extractoras bajan el precio sin justificación, mientras venden el aceite crudo a un valor elevado», señaló Urbina.
Ante está realidad, Fepalven solicitó una reunión con el Conglomerado de Aceites y Grasas para restablecer los acuerdos, garantizar precios justos y abordar el problema de las importaciones. Igualmente, exigen la cancelación de montos pendientes desde octubre de 2024. «Debemos sincerar la cadena de oleaginosas y proteger la producción nacional»,dijo Urbina.
EL DATO
Según los palmicultores, si no se toman medidas inmediatas, la situación afectará no solo a los productores, sino también a la seguridad alimentaria del país. La palma aceitera es clave para la economía venezolana, y su declive tendría consecuencias graves en el abastecimiento interno.