|| Rodolfo Gamarra
Su capacidad de adaptación a diversos entornos y su alta tasa reproductiva, le da la facultad de desplazar a otras especies autóctonas
El caracol africano, conocido por su nombre científico; Lissachatina fúlica, perteneciente a la familia Achatinidae, se ha consolidado como una de las 100 especies invasoras más significativas del mundo.
Los científicos destacan, que representa una amenaza para la biodiversidad, la agricultura y la salud pública en Venezuela. Su capacidad de adaptación a diversos entornos y su alta tasa reproductiva, le da la facultad de desplazar a otras especies autóctonas.
Según los expertos, no existen estudios que especifiquen cuándo se produjo su introducción en el país, aunque algunos señalan que fueron traídos con la intención de usarlos para el consumo humano. Sin embargo, hasta ahora no hay datos concluyentes que apoyen este señalamiento.
José Clavijo, director del Instituto de Zoología Agrícola “Francisco Fernández Yépez (MIZA), dijo que esta especie invasora “llegó para quedarse”.
El control de estos caracoles resulta en extremo complicado, lo que lleva a los científicos a considerar que su erradicación en el presente escenario es casi imposible.
Clavijo destacó la omnipresencia de los caracoles africanos, e indicó que se han extendido por todo el país, lo que incluye al estado Nueva Esparta, donde se supone que llegaron en camiones de vegetales provenientes de la región central o andina. “La magnitud de su presencia plantea un desafío para su manejo efectivo”.
VENENOS Y PESTICIDAS
El experto advirtió sobre los peligros de abordar esta plaga con métodos químicos agresivos, en lugar de optar por venenos o pesticidas.
Señaló que la recolección manual es el enfoque más adecuado, ya que los métodos comerciales pueden causar daños colaterales no deseados, ya que también combaten a otras especies beneficiosas.
El especialista subrayó la posibilidad de que estos caracoles africanos actúen como vectores de diversas enfermedades, lo que plantea riesgos adicionales para la salud pública.
Su interacción con diferentes elementos del ambiente, que incluyen alimentos consumidos por humanos, puede generar potenciales problemas sanitarios, como la transmisión del parásito de la toxoplasmosis, sin embargo, destacó que existen otras especies de animales que pueden contagiar esta enfermedad.
EQUILIBRIO ECOLÓGICO
La invasión de estos caracoles impacta de manera negativa el equilibrio ecológico, al atacar una amplia gama de especies vegetales, además de competir, de forma directa, con organismos autóctonos como la Guácara. Esta competencia puede llevar al desplazamiento de especies locales y afectar el sistema natural en su conjunto. Clavijo enfatizó que la recolección manual de estos caracoles es la estrategia más efectiva de reducir su población, pero recomiendan usar guantes para luego descartarlos de forma segura. El experto hizo hincapié en la falta de acción por parte de la comunidad, lo que ha contribuido a que esta plaga persista y se extienda en diversas áreas del territorio nacional. El caracol es vector de un nemátodo (parásito) que se encuentra en los roedores y que es expulsado por estos a través de sus heces, la especie las consume y adquiere el parásito. Dentro del caracol se transforma y sale del molusco como una larva infectada a través de sus secreciones. Por eso razón su ingesta y manipulación pueden generar problemas de salud a humanos y mascotas. |
EL DATO
El caracol africano es un molusco que permanece en lugares con sombra y humedad, se alimenta de gran cantidad de plantas, se reporta que consume más de 500 especies vegetales. La especie es hermafrodita, pero necesita copular con otros individuos. Pueden producir gran cantidad de huevos (hasta 500/año por individuo), siempre colocados en el suelo.