Desde la tarde de ayer Japón se sumó a los países con jugadores en el Salón de la Fama de Cooperstown, el templo del beisbol estadounidense, al consumarse la exaltación del fenomenal jardinero Ichiro Suzuki.
Ichiro, considerado por la prensa y los expertos uno de los mejores beisbolistas de todos los tiempos en la Gran Carpa, encabezó un quinteto de nuevos inmortales, que incluyeron a los lanzadores CC Sabathia y Billy Wagner.
Además de ese trío, elegido por la Asociación de Escritores de Beisbol de América (BBWAA), también fueron inmortalizados en Cooperstown los fallecidos Dick Allen y Dave Parker, convocados mediante votación de un comité especial de la Era Clásica, que comenzó en 1980.
Los encargados de los discursos de Parker y Allen fueron sus hijos, David Jr y Richard Jr, respectivamente. Dave Parker padre vio su elección en vida en diciembre, cuando el Comité de la Era Clásica lo eligió, junto con Allen, pero “La Cobra” falleció el pasado 28 de junio.
La ceremonia dominical en los terrenos del Clark Sports Center, ubicado en la parte baja de Susquehanna Avenue, una milla al sur del Salón de la Fama y Museo Nacional del Beisbol estadounidense, todos los años es disfrutada por una gran cantidad de aficionados que acudieron al lugar expresamente para la ocasión.
La elección del jardinero japonés de 19 temporadas con tres franquicias de MLB, Marineros de Seattle, Yankees de Nueva York y Marlins de Florida, acaparó los focos mediáticos cuando estuvo a punto de igualar al icónico relevista Mariano Rivera como los únicos exaltados de manera unánime.
Sin embargo, su currículo le aseguraba, desde que dijo adiós al beisbol activo, un lugar en el templo de los inmortales de las Grandes Ligas, donde acumuló 3.089 hits y resultó el Jugador Más Valioso y Novato del Año de la Liga Americana en 2001.
También ganó 10 Guantes de Oro y fue seleccionado para participar en una decena de Juegos de Estrellas del 2001 al 2010 con los Marineros.
“Siendo el primero, me siento muy honrado”, expresó Ichiro al respecto.
ASÍ LO DIJO
«Tenía un propósito. Venía al sótano y miraba algunos de los artefactos. Esta vez, sin embargo, no vine con un propósito específico para ver algo. Solo quería experimentar Cooperstown, absorberlo todo. Este es el lugar al que venía (durante la temporada) y me purificaba y volvía a sentirme genial», dijo Suzuki.
