Un estudio sugiere que una proteína de los “osos de agua” protege el ADN de las células contra el daño por radiación. Este avance podría reducir los efectos secundarios de la radioterapia y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Los tardígrados, diminutos organismos conocidos por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas, poseen una proteína llamada Dsup que protege su ADN del daño causado por la radiación. La radioterapia, utilizada en muchos tratamientos contra el cáncer, puede causar graves efectos secundarios al dañar tejidos sanos. Inspirados en los tardígrados, científicos han desarrollado una estrategia basada en ARN mensajero (ARNm) para inducir la producción de esta proteína en células humanas, con el objetivo de reducir el impacto negativo de la radiación en los pacientes.
Cada año, miles de pacientes con cáncer reciben radioterapia como parte de su tratamiento. Aunque este método es eficaz para eliminar tumores, también tiene efectos secundarios graves, como llagas en la boca, sangrado intestinal y dolor intenso. Estos efectos pueden ser tan debilitantes que algunos pacientes interrumpen su tratamiento, reduciendo sus probabilidades de recuperación.
Un equipo de investigadores del MIT, el Brigham and Women’s Hospital y la Universidad de Iowa decidió buscar inspiración en la naturaleza para resolver este problema. Su mirada se dirigió a los tardígrados, microscópicos invertebrados famosos por su resistencia a condiciones extremas, incluida la exposición a altos niveles de radiación. Los científicos descubrieron que una proteína específica de estos organismos, llamada Dsup, es capaz de unirse al ADN y protegerlo contra los efectos dañinos de la radiación.
Con esta información, el equipo diseñó un método para hacer que las células humanas produzcan temporalmente Dsup antes de una sesión de radioterapia. Para ello, crearon partículas especiales que contienen ARNm con las instrucciones para fabricar la proteína. Una vez inyectado en el organismo, este ARNm permite que las células produzcan Dsup de manera temporal, lo suficiente para reducir el daño causado por la radiación, antes de degradarse por completo en pocas horas.
Las pruebas iniciales en células cultivadas en laboratorio mostraron que este método era eficaz para proteger el ADN del daño. Posteriormente, los investigadores probaron la técnica en ratones, inyectando las partículas de ARNm en la mejilla o el recto, dependiendo de la zona que recibiría la radioterapia. Los resultados fueron prometedores: se observó una reducción del 50 % en la cantidad de rupturas en el ADN de las células expuestas a la radiación.
Una de las preocupaciones principales de los investigadores era evitar que la proteína protegiera también a las células cancerosas, lo que podría reducir la efectividad del tratamiento. Afortunadamente, los experimentos demostraron que el efecto protector se limitaba únicamente al área donde se aplicó la inyección, dejando el tumor vulnerable a la radiación.
Aunque los resultados son alentadores, el equipo reconoce que aún hay desafíos antes de poder aplicar esta técnica en humanos. Uno de los principales obstáculos es la posibilidad de que el sistema inmunológico reaccione contra la proteína Dsup, ya que proviene de un organismo ajeno al ser humano. Para resolver esto, los investigadores trabajan en una versión modificada de la proteína que no genere una respuesta inmune.
Si se logra adaptar este enfoque para su uso en humanos, podría tener aplicaciones más allá de la radioterapia. La protección contra el daño en el ADN también podría beneficiar a pacientes sometidos a quimioterapia o incluso a astronautas expuestos a la radiación cósmica durante misiones espaciales prolongadas.
Este estudio representa un paso importante hacia la mejora de los tratamientos contra el cáncer, aprovechando los mecanismos de supervivencia de una de las criaturas más resistentes del planeta. En el futuro, es posible que los «superpoderes» de los tardígrados ayuden a los humanos a enfrentar mejor los desafíos médicos y ambientales más extremos.
Con información de QUO