|| Yirvis Vásquez / Fotos Cortesía
Algunos padres en la actualidad mantienen la ilusión en los más pequeños, aunque en otros hogares es una fecha sin trascendencia
Muchos son los adultos contemporáneos que aseguran que el Día de los Reyes Magos es el motivo de la celebración de la verdadera Navidad, porque se honra al niño Dios.
Al conversar con algunos padres manifestaron que en su época de niñez cada 6 de enero junto a su familia, con regocijo y mucha alegría, esperaban la llegada de Gaspar, Baltazar y Melchor.
Mercedes Vásquez, una abuela de 80 años, precisó que en su infancia las navidades eran totalmente distintas a las de la actualidad, sin embargo, en su casa la fecha más festiva era la del Día de Reyes.
“Sí celebramos 24 de diciembre, Año Nuevo, pero la llegada de los Magos era algo especial, el momento de hacer la comida en familia, compartir la celebración, era el verdadero día de Navidad”.
Por su parte, José Hartman sostuvo que sus padres lo acostumbraron a celebrar esta fecha, a pesar que se hacían lo pertinente 24 y 31 de diciembre. “Los estrenos y regalos de golosinas, entre otras actividades, las hacíamos era el 6 de enero”.
Johana Nieves, madre de dos hijos, dijo que siempre el 6 de enero esperaba otro regalo, “algo menos significativo como dulces, que eran hallados en el pesebre”.
Hay padres en la actualidad que mantienen la tradición, sin embargo, en otros hogares lo toman como una fecha normal del calendario, sin mucha celebración como lo es el 24 o 31 de diciembre. Referente a los regalos los más pequeños reciben golosinas.
LA EPIFANÍA
El padre Pedro Hurtado, párroco de la iglesia Nuestra Señora del Buen Consejo, recordó que en este día se celebra la Epifanía que es la “manifestación del Señor a los pueblos”.
Recordó que tiene su origen en la Biblia católica, donde se narra la visita de los Magos de Oriente que llevaron ofrendas o dones: oro, incienso y mirra al Niño Jesús.
EL DATOEl oro es un metal precioso. Su valor perfectamente podía financiar el viaje de José y María a Egipto. El incienso simbolizaba la voluntad del niño Dios de convertirse en un sacrificio, entregándose por completo, de forma parecida a un holocausto. La mirra representó la amargura, el sufrimiento y la angustia que vivió al dar su vida por todos lo que en Él creen. |
Al encontrar al niño Jesús, “postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:11).