Esta es la historia de un italiano que llegó a la “Tierra de gracia” a los 15 años, junto a su familia, en búsqueda de un futuro mejor
||Rodolfo Gamarra
Venezuela se convirtió en un destino atractivo para la inmigración europea a lo largo del siglo XX, especialmente entre 1948 y 1961. Se estima que entre 5% y 6% de la población venezolana tiene raíces italianas, gracias a familias como la de Salvatore Simonelli, quien llegó a esta «Tierra de gracia» a los 15 años.
Su padre emigró en 1948, buscando escapar de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, pero fue en 1952, tras la muerte de la madre de Salvatore, cuando el padre decidió reunir a la familia en un país que ofrecía más oportunidades que la devastada Italia.
En noviembre de 1955, Salvatore y su hermana arribaron a Maracay, donde ya se encontraban sus hermanos mayores. Allí comenzó su educación y eligió la mecánica como medio de sustento, una decisión respaldada por el resto de la familia.

Salvatore comenzó a trabajar en un taller mecánico en 1958 y, tras varios años de aprendizaje, abrió su propio taller en 1963, capitalizando las oportunidades que Venezuela ofrecía en ese entonces.
Durante un viaje a Italia, conoció y se casó con la que más tarde sería su esposa, quien se mudó con él a tierras venezolanas, donde formaron su hogar.
A finales de la década de 1970, Salvatore decidió asociarse con su hermano en una empresa de concreto, lo que marcó un nuevo capítulo en su vida.
TRABAJAR PARA PROGRESAR
Simonelli trabajó en la concretera durante 33 años y se jubiló en 2009. A lo largo de su vida, mantuvo una visión positiva sobre este país caribeño, que abrió las puertas a inmigrantes de diversas nacionalidades. Recuerda que desde el inicio lo recibieron sin prejuicios y como uno más de este pueblo. A sus 85 años, Salvatore sostiene que todavía hay oportunidades en Venezuela y enfatizó la importancia del trabajo y la producción. Llamó a la acción a los ciudadanos, a los que sugirió dejar de lado las quejas y concentrarse en el esfuerzo para impulsar el progreso del país. Salvatore aconseja a los venezolanos que han tenido que migrar y enfrentarse a dificultades en el extranjero que recuerden las oportunidades en su tierra natal y se enfoquen en construir un futuro en Venezuela, “un país que aún tiene mucho por ofrecer”. Con esta historia, Salvatore Simonelli no solo compartió su historia de inmigrante con El Periodiquito, en el marco de la campaña aniversario, sino que también deja un legado de esperanza y resiliencia para las futuras generaciones, además de rendir tributo a la nación que le abrigó junto a su familia. |
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