|| Rodolfo Gamarra
Este desequilibrio favoreció las importaciones en detrimento de las exportaciones, lo que va en contra de impulsar la producción nacional
Durante 2024, el Banco Central de Venezuela (BCV), aplicó una estrategia de anclaje cambiario para mantener la variación alrededor de 36 bolívares por dólar. Esta acción, según los expertos, resultó fundamental para controlar la inflación, que en ese año alcanzó su nivel más bajo desde 2012.
Robert Parga, profesor y economista, presidente del Colegio de Economistas del estado Carabobo, destacó que este esfuerzo para contener los precios tuvo un efecto positivo en la economía nacional.
Sin embargo, esta política también provocó un atraso cambiario, en la que el valor del dólar creció a un ritmo inferior al de los precios de los productos, lo que se conoce como brecha cambiaria. “Este desequilibrio favoreció las importaciones en detrimento de las exportaciones, lo que iba en contra de la intención del gobierno de impulsar la producción nacional”, según explicó el especialista.
INTERVENCIÓN DEL BCV
En las dos primeras semanas de enero de 2025, el BCV vendió 157 millones de dólares a la banca, por concepto de intervención cambiaria. Esta cifra representa una disminución de al menos 40%, en comparación con el mismo período de 2023.
La reducción en la inyección de divisas a la banca marcó una nueva estrategia del ente nacional, que sugiere un ajuste progresivo del tipo de cambio.
Este movimiento apunta a evitar el rezago entre el valor de la divisa y los precios de la economía. Parga señaló que esta nueva estrategia se asemeja a un mecanismo de “Crown Impact”, donde se hacen ajustes progresivos en el valor de la divisa.
Según Parga, el Estado busca un mecanismo para equiparar el valor del dólar con los precios de los bienes y servicios. Este cambio representa una medida que pretende impulsar la producción nacional, lo que fomenta la exportación y reduce la dependencia de importaciones.
Se buscaba mejorar la competitividad de los productos nacionales, pero “para acelerar los motores de la economía doméstica, hay que colocar en una ventaja competitiva al productor nacional”.
Un tema de preocupación dentro de esta estrategia fue el posible impacto en la inflación y el salario de los venezolanos. Parga explicó que si los sueldos se ajustaran a las expectativas de la población, “el gasto estatal en nómina aumentaría de forma exorbitante”, lo que podría producir una inflación aún mayor que la registrada en 2023.
“El gobierno, al ser el mayor empleador del país, debe mantener una disciplina monetaria para evitar estos procesos inflacionarios”, destacó Parga.
Detalló que la política salarial se convirtió en un punto crucial para mantener el equilibrio en la economía. “El Estado, para evitar el aumento descontrolado de pasivos laborales, procuró mantener salarios base bajos”.
La nueva estrategia, orientada a ajustes progresivos del tipo de cambio, busca alinear el valor de la divisa con los precios de la economía. Sin embargo, este cambio implica desafíos, en especial en lo que respecta al manejo de la inflación y el impacto en los salarios de los trabajadores.
A su juicio, el equilibrio entre la necesidad de impulsar la producción nacional y mantener la estabilidad económica se convirtió en el principal reto para las autoridades venezolanas en este año.