“Lupita”, como cariñosamente se le conoce, soñó desde muy pequeña con vivir en esta “Tierra de Gracia”, lo que se disfruta como un logro desde hace tres años
||Mariángel Oyarvez
Nazareth Guadalupe Muñoz es una joven mexicana que, a diferencia de otros niños que sueñan con golosinas y juguetes, desde pequeña anhelaba conocer un lugar específico: Venezuela.
Después de años de soñar con este país que había capturado su imaginación, en 2022, a los 29 años, decidió hacer realidad su sueño y mudarse a esta “Tierra de Gracia”, donde comenzó una nueva etapa en su vida.
Su fascinación por Venezuela comenzó a los 7 años, cuando se convirtió en fanática de Uff, una popular banda venezolana que resonó en México y en parte de Suramérica.
Posteriormente, ya residiendo en Estados Unidos, su interés se intensificó al descubrir programas de televisión emblemáticos como ¡Qué Locura! y La Guerra de los Sexos, que la hicieron enamorarse aún más del país caribeño.
Nazareth Guadalupe confesó a El Periodiquito que el acento venezolano le parecía especialmente encantador.
LA ODISEA
Nazareth celebró su cumpleaños con un viaje tan singular como su motivación. Partió de Puerto Vallarta, México, hacia Guadalajara, luego voló a la Ciudad de México y, tras dejar atrás la nación azteca, hizo escalas en Panamá y Bogotá. La última parte de su travesía, que la llevó de Colombia a Venezuela, la realizó completamente por tierra.
Este viaje resultó ser un verdadero desafío, ya que se aventuró sola y sin contactos en el camino.
En el trayecto, perdió el autobús que la llevaría a San Cristóbal, ya en territorio venezolano y se quedó sin comunicación, debido a que su chip de teléfono era colombiano.
Un taxista en la frontera le advirtió sobre los peligros de viajar sola, lo que la llevó a contactar a su pareja, Deni, quien se trasladó desde Caracas hasta San Cristóbal para ayudarla.
Finalmente, llegaron a la capital venezolana, una ciudad que Nazareth había soñado conocer desde su infancia.
LA VIDA EN PETARE
Nazareth Guadalupe se estableció en Caucagüita, estado Miranda, donde residió durante dos años, tiempo en el que Petare, un barrio que siempre le había intrigado, se integró en su rutina diaria debido a su proximidad.
En este sector comenzó a vender tortillas, lo que le permitió generar ingresos para su sustento. Sus primeros amigos en Venezuela fueron miembros de la familia de Deni y las vecinas Elena y Génesis, con quienes desarrolló una conexión especial.
Estas mujeres solían preparar sopa o caraotas y la invitaban a compartir. “Al corazón se le llega por el estómago”, dijo “Lupita”, como cariñosamente la conocen.
A lo largo de su experiencia, notó una notable diferencia cultural entre su país de origen y Venezuela, describiendo a los venezolanos como más extrovertidos y “confianzudos”.
Aunque al principio le resultó extraño que la gente le hablara sin conocerla, con el tiempo se adaptó y comenzó a apreciar esta calidez social.
Además, incorporó palabras y expresiones caraqueñas, como «burda», creando así una fusión única en su forma de comunicarse.
UN HOGAR
En la actualidad, esta mexicana radicada en Venezuela trabaja de manera remota y tiene como objetivo a largo plazo alcanzar la estabilidad, por lo que en si lista de proyectos está poseer una casa tanto en Venezuela como en México.
Para ella, la adquisición de su primera nevera, casi tres años después de su llegada, simbolizó un logro importante. Recientemente, se mudó de Caucagüita para vivir sola con Deni, lo que considera otro hito significativo en su vida.
A pesar de los comentarios negativos que ha recibido por su decisión de migrar a este país sudamericano, Nazareth se esfuerza por transmitir un mensaje claro: “La felicidad personal no depende de las opiniones ajenas, sino de la perseverancia y de actuar con el corazón”.
Entre desafíos y percepciones externas, resalta la calidez de los venezolanos hacia ella. En sus redes sociales, defiende este país y a su gente ante generalizaciones negativas, comparándose con un tigre que lucha por lo justo.
Uno de sus grandes sueños en el país ya se ha cumplido: conocer a un integrante del grupo Uff. Además, ha disfrutado de la brisa fresca, la calidez del mar y la diversidad de paisajes en esta «Tierra de Gracia», explorando lugares como Choroní y la Colonia Tovar, en el estado Aragua.
Actualmente, junto a Ivo, trabaja en un proyecto social para comunidades vulnerables.
Su historia en Venezuela es la de una extranjera que, impulsada por un sueño de niña, ha navegado en las complejidades de esta sociedad, adaptándose a su cultura, forjando amistades sólidas y encontrando una plataforma para compartir sus experiencias.
Con determinación y afecto, Nazareth demuestra que un hogar se construye, donde los brazos están abiertos a recibir.
DE SOÑADORA A CREADORAA pesar de su naturaleza reservada y seria, Nazareth encontró en Venezuela la motivación para convertirse en creadora de contenido en redes sociales, algo que no imaginaba. La chispa de su proyecto surgió al observar videos de una mexicana en Pakistán, lo que la llevó a reflexionar sobre la falta de creadores mexicanos en su entorno y a lanzarse a la aventura de ser “una mexicana en Venezuela”. Su primer video, en el que probó lumpias en Petare, tuvo un gran impacto al alcanzar 20.000 vistas, lo que generó un interés considerable entre los espectadores por más contenido. “Los venezolanos amaron verme probar sus comidas”. Fue la sugerencia de un amigo y colega creador de contenido, Ivo Gooday (venezolano con raíces mexicanas), lo que la impulsó a enfocarse más en la gastronomía. Actualmente, Nazareth gestiona una cuenta principal dedicada a la comida, enfocándose en las fusiones entre la gastronomía venezolana y mexicana, y una cuenta secundaria en la que documenta su vida y experiencias en el país, siempre con el objetivo de ofrecer contenido auténtico y sin artificios. |