|| José R Carpio G
*** Maracay arriba hoy a sus 324 años de elevación a parroquia eclesiástica, una tierra enclava-da en la parte centro norte costera del país, capital del estado Aragua**
Maracay, conocida como la Ciudad Jardín de Venezuela, es una urbe de larga historia y relevancia en el desarrollo del país. Elevada como parroquia eclesiástica por el obispo Diego de Baños y Soto-mayor en 1701, ha experimentado a lo largo de los años transformaciones significativas, desde su auge como emporio industrial hasta la actualidad.
Acerca de la procedencia del nombre, algunos destacan que es debido a un felino que habitaba en la zona, llamado “Maracayá” o “tigrillo”, en lengua caribe. No obstante, hay diversas teorías que cambian esta versión.
Héctor Enrique Abreu, un apasionado de contar historias y conocedor de algunas anécdotas de la capital de Aragua que hoy, 5 de marzo, arriba a 324 años como parroquia eclesiástica, destaca que hay dudas acerca de un gran cacique que habitó la zona llamado Maracayo, según de donde proviene el nombre de la ciudad.
“Se pone en tela de juicio la existencia de Andrés Pérez Almarza, a quien se le atribuye la fundación de Maracay, que en principio fue llamada “Ciudad de paja” y fue poblándose con el pasar del tiempo”.
Abreu comentó que desde el principio se generó una gama de historias y momentos que le fueron dando nombres a sitios que hoy en día los ciudadanos preservan como par-te del acervo cultural de la localidad.
HISTORIAS DE ESQUINAS
Conocida por su agradable clima tropical, sus hermosos parques y jardines, Maracay ha sido hogar de importantes industrias como la textil, la automotriz y la alimentaria. En sus calles se pueden apreciar hermosas edificaciones que reflejan su pasado de esplendor colonial.
Por mucho tiempo, Juan Vicente Gómez, a cargo del Gobierno Nacional desde 1908 hasta 1935, fecha de su muerte, estableció su residencia en este poblado y no en Caracas, como era y sigue siendo tradición.
Muchas personas de la época pueden afirmar que al General se le podía ver sentado en la ventana de su casa, ubicada en Las Delicias, hoy sede del zoológico, con su imponente traje militar, su bastón y un tabaco.
De esta manera -explicó Héctor Abreu- se fue formando la hoy conocida “Ciudad Jardín, a la que el presidente Gómez nombró capital de la República en una época”.
Tal distinción, atrajo a una importante cantidad de nuevos habitantes que buscaban “en la ciudad capital”, más opciones de trabajo y oportunidades de estudios, “por ello se fue aglutinando una cantidad considerable de personas”.
La ciudad cuenta con un aproximado de 38 esquinas registradas en catastro del Concejo Municipal de Girardot, según comentó Héctor Abreu, pero con el transcurso del tiempo hay algunas que se consideran como puntos de referencia.
En la avenida Bolívar, cruce con Carlos Soublette, diagonal a la plaza Bicentenaria, se encontraba una famosa sucursal de una cadena de tiendas que vendía trajes de vestir para caballeros.
“No recuerdo si esa esquina específicamente tiene un nombre, pero los maracayeros o visitantes de la ciudad, la conocen como “la esquina de Dorsay”, muchas personas que se querían encontrar en el casco central decían y aún hay quien lo toma como punto de referencia: “Nos vemos en el centro, en la esquina de Dorsay”. Hoy en día en el lugar se encuentra una tienda por departamen-to, pero, la costumbre del residente es llamarla con el antiguo nombre.
¡Cuidado con el Toro!
Sin embargo, no todas las esquinas son reconocidas por el nombre de las tiendas. Hay algunas que fueron bautizadas y actualmente recordadas por eventos anecdóticos que sucedieron en la “Ma-racay de antier”. Como por ejemplo la esquina del Toro.
“Cuentan que una vez trajeron un toro muy bravo, que según botaba candela por las fauces y los ojos, ese animal se escapaba en las noches y asustaba a los habitantes de Ciudad tablita, hoy conocido como barrio El Carmen”.
Según el relato de Abreu, el corral estaba ubicado en la calle 10 de Diciembre, cruce con la avenida Bermúdez, “de allí se fugaba el cornúpeta a aterrorizar a la población”.
En esa época a Maracay llegaban muchos toreros de varias partes del mundo, Gómez, también conocido como el Benemérito, era aficionado a la fiesta brava, es por ello que en la ciudad había mu-chas personalidades de la tauromaquia.
“En ese entonces un torero español llamado José Belmonte, se puso a lidiar al toro, hasta lograr meterlo en el corral, así que este rincón de la urbe quedó en la memoria de los antiguos pobladores como la esquina del toro”.
Abreu destacó que la mayoría de las salientes son conocidas por puntos de referencia, como establecimientos comerciales que funcionaban en el lugar, en especial sitios nocturnos o restaurantes.
Tal es el caso del reconocido negocio de las “Cuatro Esquinas”, un local de ingesta de bebidas alcohólicas que dio su nombre el punto en el que funcionaba. Sin embargo, ese sitio tiene su nombre llamado “El Lucero”.
“La esquina El Lucero se encuentra ubicada en la calle Carabobo, con avenida Bolívar, muchas personas desconocen su nombre real, pero si le nombra el del local comercial, inmediatamente la reconocerán, porque allí funcionó ese famoso bar”.
Otro emblemático sitio de Maracay es la esquina El Cañón, llamada así por un incidente que ocurrió en ese lugar hace muchos años, cuando un herrero, apodado “El Cubanito”, dio muerte a Manuel Rodríguez, un reconocido empresario de la época.
“En el punto de la calle Cagigal, con Pérez Almarza había un bar llamado “El Cañón”, donde ocurrió aquella trágica muerte, y desde entonces se le conoce con ese nombre; luego funcionó “Aragua Films”.
En su aniversario, es importante recordar la importancia de Maracay en la historia y desarrollo de Venezuela, así como celebrar su presente como una ciudad vibrante y llena de oportunidades. ¡Feliz aniversario a la Ciudad Jardín de Venezuela!
ORGULLO POR EL GENTILICIO |
Hablar de Maracay es un conjunto de anécdotas, historias y reminiscencias que transportan a los habitantes a siglos pasados. Para Héctor Enrique Abreu la génesis de la ciudad “es que no tuvo un fundador, según lo afirman muchos historiadores”.
“Ser maracayero es un crédito suficiente para ser feliz en esta tierra venezolana, es una pasión por lo que sentimos, por nuestra historia y personajes que son muchísimos entre ellos: Japa japa, Quincalla, quirimbombo, Moco e´ pavo, el señor Pacheco y El chichero. Ser maracayero es otro nivel”.
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