|| Luis Chunga / Fotos Yirvis Vásquez / Henry Griman / Cortesía
Testimonios de personas que el desbordamiento de la quebrada de Palmarito
Cansado, con sueño y con una taciturna mirada que se pierde en el infinito, Manuel Farías ayer amaneció sentado en su vieja silla, recostado sobre algunos escombros de lo que horas antes había sido su casa.
Parecía que miraba a las cuadrillas de trabajadores que desde horas de la noche del lunes comenzaron a limpiar los escombros, barro, troncos y todo tipo de desperdicios que dejó el desbordamiento de la quebrada de Palmarito, sector El Castaño, municipio Girardot del estado Aragua.
El hombre rompió el silencio y contó que “todavía tengo las imágenes vivas en mi cabeza, era increíble ver que el agua con fuerza iba destruyendo casas, arrastrando vehículos, enormes rocas y troncos”.
Aseguró que su casa ubicada en la Av. Principal de El Castaño fue una de las primeras en ser arrasadas por “la furia del río”.
“Cuando escuché el ruido me asomé para ver qué sucedía y desde una distancia de casi seis metros tuve tiempo de ver una enorme avalancha que destruía todo lo que encontraba, vi personas que salían corriendo de sus casas, despavoridas gritaban trataban de huir de la muerte y buscar refugio, mientras alertaban a otros vecinos”.
Junto a su esposa subió a la platabanda, “desde donde vimos como se destruyó mi casa”.
María Alexandra Morante, nunca imaginó que vivirían algo como lo ocurrido el pasado lunes. Aunque su casa no fue afectada, vio cómo la corriente de un río fuera de su cauce arrasaba con todo.
“Vivo en este lugar (Palmarito) hace más de 40 años, y por primera vez experimenté una tragedia de esta naturaleza”.
Recordó que el sonido que escuchó “fue horrible” y aún viven la desesperanza de quienes perdieron sus hogares.
LO RECUPERABLE
“Perdí mi casa y todo lo material, pero gracias a Dios tengo a mi esposa y a mis hijos vivos, lo material lo puedo recuperar trabajando duro, puedo volver a levantar mi casa, pero lo haré feliz porque tengo a mi familia viva y a mi lado”.
También encontramos a Maribel Sánchez, quien con una pala excavaba entre lodo y pedazos de troncos y ramas buscando una cartera que su madre le dejó como herencia.
Dijo sentirse feliz porque su hermano se salvó de morir, gracias a unos amigos que lo rescataron.
María Cruz Vitale contó cómo su esposo salvó a su hija y a su bebé de tres años, de ser arrastrados por la corriente. “¡Lo perdimos todo”! |
NADABA DENTRO DE SU CASA
“Estamos vivos porque Dios es muy grande”, dijo Yandry Carmenate, de 37 años, que quedó encerrado con el agua casi hasta el techo en su negocio de bisutería y hortalizas. La marca del agua en la pared refleja las horas de angustia.
“Yo nadaba por todos lados”, tratando de romper paredes o ventanas para poder salir.
Mostró sus brazos y piernas con algunas heridas que se hizo en el intento de escapar del desastre.
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UN CONTIGENTE DE HUMANIDAD Demostrando experiencia y la voluntad de servir al prójimo, funcionarios de los bomberos de Carabobo y rescatistas del municipio Mariño, lograron unir sus experiencias para realizar los trabajos pertinentes entre los escombros dejados por el desbordamiento del río Palmarito. Antony Ortuno, de tan solo 19 años, consideró que realizar este tipo de rescate tiene mucho significado en la formación de su vida. Este joven “salva vidas” pertenece a Protección Civil del municipio Mariño. “Dios te pone prueba fuertes y duras y tú tienes que saber responder, me gusta mi trabajo, porque lo hago con mucho amor, nosotros los rescatistas salvamos vidas a cambio de nada”. En el lugar también estaba en horas de la mañana de ayer, Manuel Sánchez quien contó que remueven los escombros, limpiando la avenida principal. Erick Arvelo, cabo primero de los bomberos de Carabobo, resaltó que hasta las 11:00 de la mañana de ayer ya habían rescatado a tres personas que fueron trasladadas a los diferentes centros asistenciales. |
