A Iga Swiatek, todo le resultó fácil el sábado durante su victoria por 6-1 y 6-0 sobre Emma Raducanu en el único partido femenino de tercera ronda del Abierto de Australia entre dos excampeonas de Grand Slam. Si pensaba que eso significaría que sería un duelo reñido, se equivocaba.
“Sentí como si la pelota (…) me estuviera escuchando”, dijo Swiatek.
Alto y claro. Cuando le pidieron que explicara esa sensación, la polaca colocó los índices a pocos centímetros de distancia y dijo que “se trata de poder apuntar a este espacio”. Luego, separó las palmas de las manos más de un pie para mostrar que ese es el margen de error otros días.
La diferencia, apuntó, se reduce a “ser más precisa y saber realmente a dónde va a ir la pelota, viendo el efecto que quieres que tenga”.
Cuando la ganadora de cinco majors y exnúmero 1 del mundo —ahora 2da en el escalafón por detrás de Aryna Sabalenka— está en su mejor momento, como parece estarlo en la primera semana en Melbourne Park, es difícil que alguien pueda frenarla.
Derechas fuertes y potentes. Una intensa lucha por llegar a cada golpe. Devoluciones magníficas. Y así sucesivamente.
Más tarde el sábado, Taylor Fritz, cuarto preclasificado y subcampeón del Abierto de Estados Unidos el año pasado, se convirtió en el sembrado más alto en abandonar el cuadro tras caer frente a Gael Monfils, de 38 años, por 3-6, 7-5, 7-6 (1) y 6-4. Monfils es, junto a Roger Federer, los únicos hombres de 38 años o más que han llegado a la cuarta ronda en Melbourne desde que el torneo se amplió a 128 jugadores en 1988.
Con información de AFP