Agencia AP
Diego Simeone iniciaba su carrera como técnico en Argentina cuando solicitó poder presenciar unas sesiones de entrenamientos en el Barcelona, entonces dirigido por Pep Guardiola.
El Barça era el ejemplo a seguir en el fútbol mundial, revolucionándolo entre 2008-12 con el “tiki taka”, el estilo de pases comulgado por Guardiola y que tenía como conductores a Andrés Iniesta y Xavi Hernández.
No era lo que quería Simeone.
“Hablamos y me dijo: ‘Esto no me gusta. No lo siento’”, recordó Guardiola.
Simeone, un combativo volante en sus tiempos como jugador, veía la belleza del fútbol de otra manera y, para mucho, pasó a ser la antítesis de Guardiola y su vistoso juego.
El choque de estilos no tardó en plasmarse en España cuando Simeone se fue a Europa para asumir como entrenador del Atlético de Madrid en 2011, apenas meses después que el Barcelona había ganado la Liga de Campeones por segunda vez en la era Guardiola con un despliegue soberbio en el estadio de Wembley.
Más de una década después, los dos técnicos se mantienen a la vanguardia. Simeone es el timonel de un Atlético siempre tenaz. Guardiola se empeña en que el fútbol sea una forma artística al frente del Manchester City.
El Atlético y el City se cruzan en el camino en los cuartos de final de la Champions a partir de hoy, el primer enfrentamiento competitivo entre los equipos.
Al considerar que Guardiola y Simeone son dos de los técnicos más reconocidos del momento, el hecho que apenas se han medido tres veces entre sí resulta sorprendente y refrescante.