April Burrell tenía 21 años y era una brillante y extrovertida estudiante de la Universidad de Maryland (EE UU) cuando, tras un suceso dramático, desarrolló psicosis y entró en un estado constante de alucinaciones visuales y auditivas. Con el tiempo llegó un momento en que ya no podía comunicarse, bañarse o cuidar de sí misma.
La mujer fue diagnosticada con una forma grave de esquizofrenia. No obstante, los científicos creen que, aunque Burrell tenía todos los signos clínicos de esquizofrenia, la causa subyacente de su estado era otra enfermedad.
La exclusividad de su caso, catatónica durante más de 20 años, y que ahora ‘ha despertado’ gracias a un mejor diagnóstico y tratamiento novedoso, supone un importante avance en la psiquiatría, según informa The Washington Post.
Con informacion de Diario 2001