La ley del espejo propone que nuestra percepción del mundo y de las relaciones humanas son reflejo de nuestro interior.
Es decir, que las circunstancias externas resaltan como estamos por dentro; y, en consecuencia, todos los cambios que se quieran llevar a cabo en el mundo exterior, deben suceder primero de manera interna.
Partiendo de ello, la ley del espejo invita a dejar de lado el victimismo y tomar acción en la vida. Cambiándote primero, mejorará satisfactoriamente todo a tu alrededor.
Cuando la persona es consciente de esta situación y comienza a trabajar para sanar relaciones con personas e incluso consigo mismo, aprende a perdonar, a verse tal como es, y hasta reconoce su lado más oscuro.
También es capaz de ponerse en el lugar del otro, aceptar las imperfecciones y debilidades, y hasta asume sus responsabilidades.
Además, existe mayor autoconocimiento, empatía, compasión y humildad, y esto a su vez se traduce en bienestar y calidad de vida.