El apego de los gatos hacia los seres humanos representaría una adaptación flexible del apego esperable por parte del individuo cuidado hacia el cuidador,
Una pregunta habitual entre los que conviven con gatos es cómo nos ven a nosotros, sus tutores. La duda es si tienen sentimientos de estima y afecto o se trata de vernos solo como meros cuidadores y proveedores de alimento y cobijo. O sea, si se trata de amor o de simple conveniencia.
Los gatos tienen una fama infundada de ser ariscos, distantes, independientes y hasta traicioneros, siendo esta última una de las más extremas de las opiniones. Lo cierto es que quienes opinan así es porque nunca han convivido con un gato, porque basta con hacerlo para descubrir en ellos a uno de los animales más sensibles y maravillosos del universo.
Una investigación llevada a cabo con más de treinta gatos que fueron sometidos a una serie de pruebas para calcular sus niveles de estrés cuando estaban solos y acompañados arrojó sorprendentes resultados.
El 64 % de los gatos intervinientes mostraron apego a través de sus actitudes corporales hacia sus dueños, adecuadamente interpretadas, ya que se angustiaban cuando se quedaban solos. Por otra parte, el 30 % de los gatos manifestó un apego inseguro ya que reflejaban niveles de estrés no tan altos como los anteriores.
El apego de los gatos hacia los seres humanos representaría una adaptación flexible del apego esperable por parte del individuo cuidado hacia el cuidador, ya que le ha facilitado el éxito para sobrevivir en entornos claramente hostiles y dominados por la especie humana. Un doble rol del ser humano: como causa y consecuencia.
Dicho de una forma sencilla, los gatos sienten cercanía hacia sus tutores no sólo porque conviven con ellos, sino porque los alimentan, los cuidan, los acarician, los miman y los quieren, en definitiva.
Es muy importante destacar que los gatos pueden llegar a generar un mayor afecto y una más clara y persistente demostración hacia sus tutores que la mayoría de los perros. Por lo tanto, queda claro que los gatos son animales claramente emocionales, contrariamente a la creencia popular, y que tienen marcados sentimientos y emociones.
Desde un punto de vista temporal actúan viviendo el presente sin necesidad de recordar el pasado más allá de ser un factor para reflexionar sobre sus experiencias, aprendiendo de ellas.
Sus respuestas emocionales seguramente son inmediatas y básicas y hasta a veces incomprensibles, pero está demostrado que pueden cambiar evolucionando con la experiencia y el paso del tiempo.
De todos modos, los humanos podemos mejorar el vínculo con nuestros gatos. Aquí algunos tips:
-No lo mires fijamente: el contacto visual es un signo de dominancia. Si lo miramos fijamente lo estamos desafiando y podemos desencadenar una situación agresiva.
-No le grites o castigues: nunca pretendas educarlo de este modo porque solo conseguirás que el animal te tenga miedo o se defienda con gruñidos y arañazos.
-No bloquees su paso: los problemas con nuestros gatos provienen de la incorrecta gestión de sus miedos y bloquearlos los pueden asustar.
-No interrumpir su sueño: molestarlos cuando duermen puede traerle miedos, ya que los pone en “alerta” y puede generar tanto agresividad como estrés.
-Usemos juguetes para gatos: un truco para llevarte bien con tu gato es usar juguetes que le resulten atractivos y entretenidos, y que, además, pueda “cazar”.
-No lo interrumpas cuando usa las piedras sanitarias: en este momento se produce su máximo de vulnerabilidad e indefensión, interrumpirlos puede generarles mucho estrés y fastidio.
-Respetemos sus tiempos y espacios: los gatos son animales muy independientes, por eso que no debemos forzarlos o contradecirlos, ya que solo genera malos comportamientos hacia nosotros.