Tener cerca o convivir con un perro es ser testigos a menudo de que el animal se tira sobre su espalda, sea cual sea la superficie, y se frota con entusiasmo contoneando todo el cuerpo. Verlos ponerse patas arriba puede tener varias razones, en su mayoría forma parte de un comportamiento normal que no debe preocuparnos, pero en otras ocasiones, puede implicar un problema de salud que debe ser valorado por un profesional veterinario.
Simplemente, ¡le pica la espalda!
Tal como nos sucede a nosotros, los perros también pueden experimentar picor en la espalda, y debido a su anatomía, es un área al que les resulta difícil acceder con las patas o la boca. Por ello, nada como un buen revolcón contra una superficie con textura para aliviar el escozor. Todo vale: tierra, hierba, alfombras o incluso de pie, podemos verlos frotarse contra arbustos o una pared para quitarse el picor y que les proporciona un alivio inmediato.
¿Hace calor? ¿Ha estado jugando? Ahí tienes la respuesta
Los perros tienen glándulas sudoríparas pero en muy pequeña cantidad y localizadas en las almohadillas de sus patas. También liberan el calor acumulado a través de la trufa (nariz) y por la boca mediante el jadeo. El motivo por el que no tienen estas glándulas repartidas por todo su cuerpo es que el sudor se extendería sobre el pelo, mojándolo, y esto dificultaría que pudieran reducir su temperatura corporal adecuadamente. Eso no impide que, en caso de calor ambiental o que hayan estado realizando una actividad física intensa, sientan caliente la piel, y revolcarse de espaldas contra el suelo, especialmente si es una superficie que retiene el frío como el hormigón, la cerámica o la arena si rasguñan un poco la primera capa, les ayuda a enfriarse y es más eficiente y rápido que esperar a que se levante algo de aire fresco.
Táctica defensiva o de sumisión
Rodar sobre su espalda ante un ataque puede ser una buena técnica de protección. A menudo toman esta postura jugando con otros perros, lo que les permite utilizar las cuatro patas para tratar de mantener lejos a su “supuesto” atacante y proteger el cuello fuera de su alcance. En un estudio de la Universidad de Sudáfrica y de la Universidad de Lethbridge, se reafirma esta hipótesis sobre la de la sumisión, como se ha pensado comúnmente, y lejos de estar enviando un mensaje de “bandera blanca” de la paz, en realidad les permite evitar mejor las mordeduras y poder recuperar la ventaja en el enfrentamiento, sea por juego o ante un encontronazo de agresividad genuino.
Este comportamiento en un contexto específico no quita la posibilidad de que también rueden sobre su espalda y nos ofrezcan su parte más indefensa para expresar sumisión o vulnerabilidad como señal de respeto y confianza. Podremos reconocer y distinguir ambas actitudes sin problemas observando el resto de su lenguaje corporal. Cuando nos ofrecen la tripa como señal canina de aprecio suele venir acompañado de patas flexionadas y relajadas y un movimiento de cola. Toda una invitación para tocarles.