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martes 8, octubre 2024

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La ciencia descubrió lo que pasa en el cerebro cuando se dan las gracias

“La gratitud no es solo la más grande de las virtudes sino la madre de todas las demás”, decía Cicerón.

Pese a semejante trascendencia, por siglos, fue un tema que se circunscribió principalmente a la filosofía.

“La gratitud estuvo muy relegada por la psicología académica porque se consideraba un tema religioso o de buenas costumbres, hasta llegó a menospreciarse”, le dice a BBC Mundo la psiquiatra Dori Espeso, profesora de la Universidad de Barcelona.

“Pero desde hace unos años, se ha estado considerando dentro del amplio espectro de la psicología positiva, un campo que realiza estudios sistematizados”.

Para los evolucionistas -indica- “el ser agradecido ha sido una habilidad primordial”, una ventaja evolutiva que nos ha ayudado a sobrevivir como especie, a crear vínculos sociales.

Sin embargo, el estudio de la gratitud desde una perspectiva neurocientífica es un campo muy reciente.

“Para los neurocientíficos es clave definir qué es la gratitud: ¿una emoción? ¿una sensación? Es un concepto que puede llegar a ser muy complejo porque nuestras referencias personales son diferentes”, le dice a BBC Mundo Manuel Vázquez-Marrufo, catedrático del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Sevilla.

“Eso complica la realización de experimentos que nos ayuden a comprender la gratitud y cómo está imbricada en la actividad cerebral”.

Buscando pistas

En el caso del sistema de recompensa, de refuerzo, se trata principalmente de la región del estriado ventral y en el caso de la mentalización, hay una estructura que se llama precúneo, que está en la confluencia parieto-occipital.

El precúneo es el que nos permite hacer nuestro análisis interno de cómo es el mundo que nos rodea.

“Esos son los elementos fundamentales para nutrir a una estructura que va a decidir si un estímulo nos hace estar en un estado de gratitud”.

Se trata de la corteza cingulada anterior en su región perigenual.

“La conectividad de esa zona con las estructuras vinculadas al refuerzo y a la mentalización es la que hace que experimentemos la sensación de gratitud. Parece que esa es la región del cerebro donde se produce esa sensación”.

Pero Vázquez-Marrufo insiste en cuán joven es este campo.

“Ya vamos empezando a vislumbrar posibles pistas de dónde se localiza en el cerebro la sensación de gratitud”.

Además, señala, también se está tratando de entender la reacción inmediata que desarrollamos cuando experimentamos agradecimiento.

“Esa respuesta placentera o positiva parece reducir la actividad de la amígdala, que, de llegar a estar muy activa, produce factores inflamatorios que nos causan lo contrario: dolor, tensión, irritación”.

“Posiblemente, grandes pilares de la neurotransmisión como la dopamina, la serotonina, estarían implicadas en el proceso de experimentar gratitud”, como lo están en otras emociones positivas.

Sin embargo, advierte, se necesitan muchos más experimentos y estudios para llegar a una conclusión definitiva sobre el vínculo de neurotransmisores y la gratitud.

Según Vázquez-Marrufo se necesitan muchos más experimentos y estudios para llegar a una conclusión definitiva sobre el vínculo de neurotransmisores y la gratitud blog.fpmaragall.org

Entre circuitos

Al considerar a nivel neurobiológico qué áreas del cerebro estarían involucradas en la gratitud, la doctora Espeso enfatiza que las estructuras cerebrales están todas interconectadas.

“El circuito de recompensa, que en este caso es importantísimo, va desde el tronco cerebral pasando por el sistema límbico, llegando al lóbulo frontal; todas esas áreas están interrelacionadas”.

“La recompensa le produce un refuerzo positivo y luego, a través de la evocación de la memoria, hace que le motive a tomar unas decisiones determinadas que influyen en su conducta”.

“Todo esto hace que los circuitos que corresponden al agradecimiento sean muy complejos porque depende de cómo se viva (la gratitud): por ejemplo, como una actitud, un rasgo de personalidad, una emoción positiva o como un proceso cognitivo o perceptivo o expresivo”.

Y aunque reconoce que las resonancias magnéticas funcionales (IRMf) -que permiten visualizar regiones del cerebro al ejecutar tareas específicas- son de gran ayuda para entender aspectos de ese órgano, cuando se trata del agradecimiento no alcanzan a mostrar “todo lo que ocurre en el cerebro”.

El psicólogo Robert Emmons, profesor emérito de la Universidad de California en Davis, y uno de los investigadores que más ha profundizado en este tema, coincide:

“La gratitud es un estado complejo de componentes cognitivos y emocionales que interactúan, por lo que es probable que involucre múltiples sistemas cerebrales. No es tarea fácil aislarlos en un escáner cerebral”, le señala a BBC Mundo.

Sin embargo, reconoce que estudios recientes con neuroimágenes ofrecen pistas importantes.

“Al medir la actividad cerebral de los participantes, los investigadores encontraron que la gratitud, al igual que otras emociones complejas, provoca la activación sincronizada en múltiples regiones del cerebro que involucran conceptos sociales, respuestas emocionales y circuitos de placer”.

“Una buena medicina”

Emmons y el psicólogo Michael E. McCullough, de la Universidad de Miami, realizaron un estudio en el que le pidieron a los participantes escribir algo cada semana.

Y los dividieron en tres grupos:

  • En uno se les pidió que abordaran experiencias, de la semana, que les hicieron sentir agradecimiento
  • En otro se les dijo que escribieran sobre cosas que los haya disgustado
  • Y al otro, que reflejaran situaciones que los hayan afectado, sin precisarles que fuesen positivas o negativas
Después de 10 semanas, los que escribieron sobre la gratitud se sentían más optimistas y mejor sobre sus vidas Fernanda_Reyes – Shutterstock

“Después de 10 semanas, los que escribieron sobre la gratitud se sentían más optimistas y mejor sobre sus vidas. Sorprendentemente, también hicieron más ejercicios (físicos) y visitaron menos al médico que los que se enfocaron en las fuentes de molestia”, reportó la publicación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard en el artículo Giving thanks can make you happier (Dar gracias te puede hacer más feliz).

Para Emmons, lo que la ciencia ha descubierto sobre el efecto de la gratitud en nuestra salud es “asombroso”.

Gratitud es una buena medicina

“La gratitud es sin duda una buena medicina”, le indica a BBC Mundo.

Menciona “una gran cantidad de estudios nuevos” que han utilizado mediciones muy avanzadas para los biomarcadores de salud y envejecimiento.

“Los ensayos clínicos indican que la práctica de la gratitud puede tener efectos impresionantes y duraderos en la vida de una persona. Puede disminuir la presión arterial, mejorar la función inmunológica y mejorar el sueño”.

También puede ayudar a “reducir el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos por abuso de sustancias”.

“En los últimos hallazgos, se ha demostrado que la gratitud está asociada con niveles más altos de colesterol bueno y más bajos del malo” y con beneficiosos para el sistema cardiovascular.

A la luz de este tipo de ensayos, pareciera que muchas de las personas que experimentan altos grados de gratitud tienden a “regular a la baja” la actividad de la amígdala (parte del sistema límbico a cargo de la respuesta del miedo) y por tanto hay “una menor liberación de factores inflamatorios que están detrás de muchas enfermedades”, dice Vázquez-Marrufo.

 

Con información de El Nacional

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