Ramón Guillermo Aveledo
En el diccionario de nuestra lengua, la primera acepción de la palabra ventaja es: “Superioridad o mejoría de algo o de alguien respecto de otra persona o cosa”. Hablo de “ventaja” y no de “ventajismo” que es la actitud propia del ventajista, persona “Que sin miramientos procura obtener ventajas en los tratos, en el juego, etc…” que no queremos aludir, aunque no las ignoremos.
Cierto es que la ventaja que todas las encuestas serias dan a la candidatura de Edmundo González Urrutia es amplia, pero no es a ese punto naturalmente contingente, por susceptible de variar a menos o a más que quiero referirme, sino a otro que considero mucho más importante. Se trata de la enorme ventaja que representa para Venezuela y para los venezolanos que un hombre como él pueda ser el próximo Presidente de la República y todo indica que lo será.
Todos nosotros sabemos y casi todos lo reconocemos que los problemas de nuestro país son grandes y graves y que la tarea gigantesca de empezar a resolverlos requerirá de todos, para lo cual necesitamos un gobierno capaz de convocarnos a todos y que gobierne para todos. Sin divisiones, sin discriminaciones, sin exclusiones. A la cabeza de ese esfuerzo nacional nos hace falta un presidente con credibilidad interna e internacional como persona conciliadora, bien formada y capaz.
Que en tan breve tiempo y en un torneo desigual, un profesional del servicio público en la diplomacia venezolana, haya alcanzado cotas tan elevadas de conocimiento, simpatía y respaldo nos habla del formidable deseo de cambio que los hombres y mujeres de este país tenemos, claro, pero también de que un hombre sencillo, sereno, pausado, ajeno a la ambición personal que no pisa el peine del insulto, ha logrado con la mayor naturalidad del mundo, sintonizar con ese sentimiento tan generalizado.
A Edmundo González Urrutia quien aceptó por sentido del deber patriótico una responsabilidad que no buscaba, tenemos que agradecerle su cívica valentía. Lo mismo agradecemos a quienes le pidieron que la asumiera. Decidieron correctamente, ahora tienen el deber de ayudarlo, de apoyarlo, de brindarle amplia, generosamente su confianza para que se comunique con todos los sectores, le muestre las ventajas que una persona de ese talante representa para todos, como garantía de respeto, disposición al diálogo para llamar a todo aquel que haga falta.
Recuperar la alternancia en paz, como corresponde a la democracia. La vigencia plena de la Constitución como garantía de seguridad para todos. Son ventajas objetivas a nuestro alcance.
Lo menos que podemos aspirar de quienes descubrieron la ventaja de la candidatura unificadora de Edmundo es que estén junto a él y detrás de él, demostrando a Venezuela la ventaja que será contar con él en la presidencia y al frente del gobierno.