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miércoles 24, abril 2024

VIVE LA NOTICIA A TRAVÉS DEL DIARIO LÍDER DEL ESTADO ARAGUA Y LA REGIÓN CENTRAL DEL PAÍS

ESPERANZA Y CONVIVENCIA

|| Ramón Guillermo Aveledo

La esperanza es más fuerte que el miedo y puede vencerlo

La revolución comunicacional, multifacética y proveedora abundante de la polémica, nos da posibilidades maravillosas. A través de Televisión Española, asistí desde mi casa en Caracas a la ceremonia conmovedora celebrada en Ermua, Bizkaia en conmemoración del vigésimo quinto aniversario del asesinato del joven concejal Miguel Angel Blanco a manos de ETA. Aquel estremecedor acto de violencia en el querido Euskadi, recuerdo bien, motivó un acuerdo unánime de la Cámara de Diputados de Venezuela en condena al hecho y solidaridad con ese pueblo hermano cuyo derecho a vivir en paz y libertad reclamaba con justicia. Allá, la vileza fue la gota que derramó el vaso, el estímulo decisivo para una unificadora reacción de respuesta social marcadora del nacimiento del “Espíritu de Ermua”. Una sociedad harta de vivir con miedo, bajo el chantaje implacable de los violentos que perdida la razón, se aferraban a la fuerza y con ella buscaban someter a todos. Lo que socialistas, nacionalistas vascos, populares y todos los demócratas defendían y defienden es su derecho a un modo de convivencia basado en la libertad y la justicia, garantizado por una institucionalidad comprometida con esos principios al servicio de todos, bajo el imperio de la constitución. Es decir, a vivir en democracia. Un cuarto de siglo después, ese significado mantiene actualidad, en honor a la verdad.

El pasado domingo 10 de julio, el alcalde socialista de Ermua Juan Carlos Abascal presidió la conmemoración. En la cámara, sus compañeros son siete y cuatro concejales son del PNV, tres de EHBildu, dos de Elskarrekin Ermua filial local de Podemos y uno Popular. Presentes el Rey Felipe VI, el Presidente del Gobierno Sánchez, el Lehendakari Urkullu, la presidenta del Congreso Batet y el líder de la oposición Núñez Feijoó. Además del alcalde, los tres primeros intervinieron y agradeció Mari Mar Blanco, hermana del edil asesinado. Sin abjurar de sus convicciones, todos buenos discursos cuidadosos, respetuosos del simbolismo de un encuentro plural.

Con distancia, el mejor fue el de Felipe VI, “Nunca podré olvidar cada instante de aquel día” dijo emotivo el entonces príncipe, quien llamó a no permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó. El Espíritu de Ermua, es “una victoria moral frente al miedo”, es su “valiosísimo significado”. Del aprendizaje de esas dolorosas experiencias depende la democracia.

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