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viernes 29, marzo 2024

VIVE LA NOTICIA A TRAVÉS DEL DIARIO LÍDER DEL ESTADO ARAGUA Y LA REGIÓN CENTRAL DEL PAÍS

PODER Y DEBER

|| Ramón Guillermo Aveledo

Poder y deber están íntimamente unidos. Tanto que mientas más poder tenga una persona o grupo, mayores son sus deberes. Alcanzar o preservar el poder es un premio, pero no es gratuito. Su precio es el deber. Por eso, las sociedades necesitan líderes dispuestos a pagar el precio del deber y no a ponerse precio.

Es natural que quien detenta el poder quiera conservarlo, para hacerlo en un Estado Democrático de Derecho hay que someterse a las reglas que aseguran la libertad y derechos de todos. El que a la forma estatal se agreguen los adjetivos “social”, como en las constituciones a partir de la Ley Fundamental Alemana de 1949 y “de justicia “, no atenúa sino más bien acentúa ese deber fundamental que está en el juramento de los funcionarios: “cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes “. Eso sí, el derecho a procurar conservar el poder no está por encima del deber de servir al bien común de la sociedad que es el fin de la política. Cuando ese marco se deteriora, nadie está a salvo. Nadie.

Tener el poder implica deberes, como también los supone aspirar legítimamente a alcanzarlo. La lucha por el poder no es un juego sin reglas. Necesariamente está sometido a regulaciones, sean jurídicas, éticas o del buen sentido. Que todo vale es una perniciosa superstición que suele pagarse muy caro. Tarde o temprano lo paga el hombre o la mujer que hace cualquier cosa por alcanzar o mantener el poder, pero antes y a costo tan elevado como doloroso, lo pagan los pueblos que se dejan conducir por gente así. Sobran ejemplos en la historia universal, regional y nacional.

Lo que genérica y universalmente se define como bien común que incluye pero no se limita a la suma de los bienes particulares, porque las personas tenemos naturalmente una dimensión individual y otra social, venezolanamente podríamos decir que lo describe el artículo 3 constitucional, pues son fines esenciales del Estado “la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes…”

No son meras palabras, formalizan un compromiso para la república que queremos ser y para todo aquel que aspire representarla o dirigirla. Ninguno que ejerza o busque el poder está eximido de ese deber. Poder y deber vienen en combo ¿Cómo se hace?

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