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miércoles 11, diciembre 2024

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Tener experiencias positivas puede reducir el riesgo de alzhéimer

El estado de ánimo es clave para proteger la salud del cerebro y prevenir o retrasar el deterioro cognitivo, y tener más experiencias positivas en la vida está asociado con menores probabilidades de desarrollar trastornos cerebrales como la enfermedad de Alzheimer, e incluso con una mayor longevidad. Sin embargo, aún no está claro cómo los sentimientos y experiencias se traducen en cambios físicos que protegen o dañan el cerebro.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia sugiere ahora que las mitocondrias del cerebro pueden desempeñar un papel fundamental. Las mitocondrias suministran energía al cerebro, y el nuevo estudio muestra que la maquinaria molecular utilizada por las mitocondrias para transformar la energía se ve mejorada en los adultos mayores que experimentaron menos estrés psicológico durante sus vidas, en comparación con aquellos que tuvieron más experiencias negativas.

“Estamos demostrando que el estado mental de las personas mayores está relacionado con la biología de las mitocondrias cerebrales, y es la primera vez que las experiencias psicosociales subjetivas se relacionan con la biología cerebral” ha afirmado Caroline Trumpff, profesora asistente de psicología médica, que lideró la investigación junto con Martin Picard, profesor asociado de medicina del comportamiento en el Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia y en el Centro Robert N. Butler de Envejecimiento de Columbia.

“Creemos que las mitocondrias en el cerebro son como antenas, captando señales moleculares y hormonales y transmitiendo información al núcleo celular, cambiando el curso de vida de cada célula”, dice Picard. “Y si las mitocondrias pueden cambiar el comportamiento celular, pueden cambiar la biología del cerebro, la mente y a la persona en su totalidad”.

FACTORES PSICOSOCIALES POSITIVOS Y NEGATIVOS QUE AFECTAN AL CEREBRO

La nueva investigación utilizó datos recogidos por dos estudios extensos de casi 450 adultos mayores en Estados Unidos. Cada estudio recopiló información psicosocial detallada de los participantes durante dos décadas de sus vidas. Los participantes del estudio donaron sus cerebros después de su muerte para un análisis adicional, lo que proporcionó datos sobre el estado de las células cerebrales de los participantes.

Trumpff creó índices que convirtieron los informes de los pacientes sobre factores psicosociales positivos y negativos en una sola puntuación de experiencia psicosocial general. También puntuó a cada participante en siete dominios que representan redes genéticas distintas activas en las mitocondrias.

“El uso de índices multivariados de mitotipos es una innovación importante porque pudimos interpretar más fácilmente el estado biológico de las mitocondrias con redes de genes relacionados que con un análisis de miles de genes individuales”, dice Picard. Los resultados se han publicado en la revista PNAS y muestran que un dominio mitocondrial, que evaluaba la maquinaria de transformación de energía del orgánulo, estaba asociado con las puntuaciones psicosociales.

“El mayor bienestar estaba vinculado a una mayor abundancia de proteínas en las mitocondrias necesarias para transformar energía, mientras que el estado de ánimo negativo estaba relacionado con un menor contenido de proteínas”, ha explicado Trumpff. “Esto puede ser la razón por la cual el estrés psicológico crónico y las experiencias negativas son perjudiciales para el cerebro, porque dañan o deterioran la transformación de energía mitocondrial en la corteza prefrontal dorsolateral, la parte del cerebro responsable de tareas cognitivas de alto nivel”.

Los investigadores también analizaron las mitocondrias en tipos específicos de células del cerebro y encontraron que las asociaciones entre las mitocondrias y los factores psicosociales no eran impulsadas por las neuronas del cerebro, sino por sus células gliales, que pueden estar desempeñando roles más allá de los tradicionalmente asumidos como ‘de apoyo’.

“Esta parte del estudio, posible gracias a nuestra colaboración con el Centro de Neuroinmunología Traslacional y Computacional de Columbia, es lo que creo que lo hace particularmente significativo”, dice Picard. “Hacer preguntas a este nivel de resolución celular en el cerebro es algo sin precedentes en el campo mitocondrial”. “Las neuronas han sido el foco de la neurociencia, pero estamos despertando al hecho de que otras células en el cerebro pueden estar impulsando la enfermedad”, añade.

Con información de Web Consultas

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