La velocidad con la que comemos puede tener implicaciones significativas para nuestra salud, a menudo ignoradas o subestimadas. Comer a gran velocidad, especialmente cuando estamos distraídos es una práctica común que muchos adoptan sin reflexionar sobre sus consecuencias. Sin embargo, la ciencia está comenzando a revelar los riesgos asociados a este hábito.
De acuerdo con Sai Krishna Gudi, investigador de la Universidad de Manitoba en Canadá, no existe un consenso claro sobre el tiempo ideal para una comida, ya que depende del tipo de alimento que se consuma. No obstante, entre 10 y 20 minutos se considera generalmente un intervalo adecuado para comer. Menos de 10 minutos ya es considerada una comida rápida y más de 20 minutos un ritmo más lento y saludable.
Gudi señaló que, aunque el tiempo puede variar, es crucial comprender que comer demasiado rápido puede tener efectos negativos para nuestra salud.
Cómo comer más lento
Una solución efectiva para reducir los riesgos asociados con comer rápidamente es la práctica de la alimentación consciente. Michael Mantzios, profesor de psicología aplicada en la Universidad de Birmingham, explicó que la alimentación consciente implica estar verdaderamente presente durante la comida, prestando atención al sabor, la textura, el aroma y las sensaciones físicas asociadas con el acto de comer.
Este enfoque implica mantener el enfoque en el momento, sin permitir que la mente se distraiga, lo que naturalmente ralentiza el ritmo de la comida. Mantzios sugierió que uno de los métodos más sencillos para practicar la alimentación consciente es escribir recordatorios cerca del plato.
Señales de que comemos demasiado rápido
La nutricionista Reema Pillai explicó que algunos signos son claros cuando se come rápidamente. Estos incluyen terminar las comidas en menos tiempo que los demás, sentirse hinchado después de comer, sentir que se ha comido en exceso o tener hambre poco después de la comida. Estas señales indican que el cuerpo no ha tenido suficiente tiempo para procesar la comida, lo que puede desencadenar una serie de problemas.
No es necesario escribir durante toda la comida, pero estos simples recordatorios ayudan a enfocar la atención en la experiencia sensorial. Con el tiempo, esta práctica se convierte en un hábito automático que puede contribuir a mejorar los hábitos alimenticios y a disfrutar de las comidas de manera más saludable. Tomarse el tiempo para comer de forma consciente puede ser un pequeño cambio con grandes beneficios.
Con información de Infobae