La columna vertebral, aunque a menudo pasa desapercibida en las rutinas diarias, cumple un papel fundamental: sostiene el cuerpo y permite movimientos tan básicos como sentarse, agacharse y girar. El deterioro de esta estructura no solo limita la movilidad, sino que también puede desencadenar dolor persistente y aumentar el riesgo de otros trastornos de salud.
A diferencia de lo que suele pensarse, no solo las lesiones graves afectan la espalda. Según explicó a Well and Good Robert Mancuso, especialista en columna vertebral, los hábitos cotidianos frecuentemente contribuyen al dolor y desgaste de la columna, siendo la lumbalgia uno de los problemas más habituales. Factores como la postura, la manera de dormir y el uso de calzado tienen un impacto directo en su funcionamiento a largo plazo.
1. Encorvarse sobre el escritorio
2. Levantar objetos con mala técnica
El dolor de espalda también puede originarse a partir de movimientos cotidianos, como levantar objetos sin la técnica adecuada. Muchas personas aplican fuerza desde la cintura en vez de usar las piernas y el centro de gravedad, lo que incrementa el riesgo de lesiones. Sacar la cesta de ropa, alzar a un niño o mover una caja pesada, si no se hace de manera correcta, puede generar daño inmediato o provocar problemas acumulativos. La postura recomendada consiste en doblar las rodillas, acercar el objeto al cuerpo y empujar con las piernas, no con la espalda. Esta técnica protege la zona lumbar y distribuye la carga de manera segura.
3. Mirar el teléfono hacia abajo de forma constante
Un hábito cada vez más extendido es inclinar la cabeza hacia abajo para mirar el teléfono móvil. Esta postura supone una flexión cervical mantenida, en la que el cuello soporta el peso de la cabeza en una posición antinatural. El Dr. Ammar Divan y otros expertos lo comparan con llevar una bola de boliche colgando del cuello durante todo el día. Para mitigar esta presión, es recomendable descansar de la pantalla con regularidad y elevar el dispositivo a la altura de los ojos. Al final de la jornada, los estiramientos del cuello y ejercicios de retracción mandibular ayudan a devolver la movilidad y reducir la tensión muscular acumulada.
4. Llevar bolsas pesadas de forma incorrecta
Transportar mochilas, bolsos o maletines muy cargados, especialmente en un solo hombro, crea una carga asimétrica en la columna. Esta situación obliga a los músculos a trabajar en exceso para compensar el desequilibrio, lo que puede derivar en dolor tanto agudo como crónico. El uso adecuado de mochilas con ambas correas, alternar los hombros y reducir el peso de lo que se transporta son acciones esenciales para evitar desequilibrios y lesiones.
5. Usar calzado inadecuado
El calzado no solo impacta en los pies, sino que puede generar un efecto en cadena sobre la alineación de la columna vertebral. Zapatos sin soporte para el arco o con variaciones extremas en la altura entre el talón y la punta, como los tacones altos, alteran la postura natural al caminar y pueden acentuar el dolor lumbar. Los especialistas aconsejan optar por zapatos de altura neutra y soporte moderado, limitando el uso de tacones a períodos cortos. Un estudio reciente revela que cada dos horas adicionales con tacones aumentan el dolor de espalda.
6. Dormir boca abajo
La posición al dormir influye considerablemente en la salud de la columna. Quienes eligen dormir boca abajo pueden experimentar molestias matutinas, ya que esta postura puede forzar una alineación poco natural. Dormir de lado o boca arriba, con una almohada entre las rodillas o debajo de ellas, facilita el descanso de la columna. Además, emplear una almohada con buen soporte ayuda a mantener el cuello en posición neutral.
Cuándo consultar a un profesional de la salud
Si el dolor de espalda persiste más allá de unas semanas, interfiere con las actividades cotidianas o se acompaña de síntomas como entumecimiento, debilidad, irradiación del dolor, fiebre o problemas para moverse, es indispensable consultar con un médico. Los profesionales pueden derivar a fisioterapeutas o especialistas, permitiendo un tratamiento más individualizado y efectivo. La vigilancia constante y la atención temprana son fundamentales para evitar complicaciones y preservar la calidad de vida.
Con información de Infobae