“Encontramos un patrón generalizado de alteraciones funcionales, donde un mayor número de hijos criados se asocia con un aumento de la conectividad funcional, especialmente en las redes asociadas con el movimiento y la sensación”, afirmaron los científicos.
Entre más hijos tenían los padres, más marcadas aparecían las diferencias cerebrales.
Además, los investigadores revelaron que, a pesar de que los hombres no sufren los cambios biológicos del embarazo, el nacimiento de un hijo y su crianza afectaban profundamente a la salud del cerebro.
“El entorno de los cuidados, más que el embarazo por sí solo, parece importante, ya que observamos estos efectos tanto en las madres como en los padres”, afirmó el psiquiatra Avram Holmes, de la Universidad de Rutgers (EEUU).
Los padres suelen quedar excluidos de los estudios sobre crianza porque no llevan físicamente un embarazo, pero el trabajo reciente demuestra que este efecto podría aplicarse potencialmente a todas personas relacionadas con los niños y que trabajan con ellos.
Por esta razón, los autores del estudio advierten que los resultados pueden no aplicarse a todas las culturas y estructuras familiares.
Con información de Primicia