Un equipo de astrónomos descubrió el planeta LHS 3154b, con una masa similar a la de Neptuno, mientras orbitaba cerca de una estrella enana de muy baja masa, nueve veces menos masiva que el Sol. ¿Cómo se formó un mundo tan grande alrededor de una estrella tan pequeña? Un estudio en Science apunta algunas posibilidades.
Después de que nace una estrella, el material remanente forma un disco de gas y polvo a su alrededor, del que nacen los planetas. Cuanto menos masiva es la estrella, menos masivo es el material que queda y, por tanto, el disco. Se supone que esto es lo que ocurre en estrellas frías y pequeñas, a cuyo alrededor no pueden surgir planetas tan masivos como Neptuno, que requerirían un disco bastante masivo.
El hallazgo, publicado en la revista Science, y liderado por el profesor Guðmundur Stefánsson, de la Universidad de Princeton (EE UU), demuestra que las estrellas pequeñas pueden llegar a albergar planetas más grandes de lo que se pensaba.
Estas teorías predicen que las estrellas enanas rojas no deberían albergar exoplanetas, en órbita cercana con masas superiores a la de Neptuno (17 masas terrestres). Aunque se han detectado candidatos a planetas masivos, como GJ 3512b, alrededor de enanas de baja masa, todos ellos han mostrado períodos orbitales muy amplios, y se pueden formar por procesos como la inestabilidad gravitacional.
Sin embargo, el nuevo exoplaneta, llamado LHS 3154-b, presenta un período orbital corto, de menos de cuatro días. Se descubrió con el denominado método de velocidades radiales, que mide el movimiento de la estrella, debido a la interacción gravitatoria causada en ella por estos mundos.
Con la ayuda de LHS 3154b y otros planetas gigantes, como TOI-4860b, recientemente descubiertos alrededor de estrellas pequeñas, los astrónomos y astrónomas seguirán con la actualización de los modelos de formación planetaria, que explican cómo aparecieron estos mundos en nuestro universo.