Del lado americano hubo reprimendas hacia sus pares europeos por el colonialismo e igualmente hubo desacuerdo por la invasión de Rusia a Ucrania
Líderes de la Unión Europea y América Latina se abrazaron tímidamente al inicio de su primera cumbre en ocho años. La inauguración de este lunes no se convirtió al final en una alegre reunión de viejos amigos.
Los líderes latinoamericanos llegaron con recriminaciones centenarias sobre el colonialismo y la esclavitud a la sede de la UE en Bruselas y agregaron quejas actuales de que Europa todavía no entiende cómo tratar a las antiguas colonias como socios iguales en el siglo XXI.
“La mayor parte de Europa fue y sigue siendo, abrumadoramente la beneficiaria desequilibrada en una relación en la que nuestra América Latina y nuestro Caribe han estado y están unidos en yugo desigual”, dijo Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, país que ocupa actualmente la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), conformada por 33 naciones.
Los líderes europeos reconocieron una y otra vez que la explotación de lo antiguo fue fundamentalmente incorrecta, pero insistieron en que los desafíos de hoy solo pueden abordarse de manera efectiva cuando la UE y los países de Latinoamérica lo hacen juntos.
“Hay que darse cuenta de que en el pasado, no cogíamos el teléfono cuando tenían problemas. Así que hay una irritación muy seria entre muchos países”, dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte. “Que nos devuelvan esto a la cara ahora también es una prueba de que nosotros, como Europa, a veces actuamos con un poco de arrogancia”.
El resultado fue que los pactos comerciales estancados durante mucho tiempo —como un gran acuerdo UE-Mercosur— probablemente no estarán más cerca de resolverse cuando los líderes concluyan su cumbre hoy. Y a pesar de semanas y meses de preparación, una declaración final conjunta aún estaba en el limbo, donde destacaba una disputa sobre si incluir una condena de la guerra de Rusia en Ucrania.
Si algo se mostró, fue la mayor confianza de Centro y Sudamérica, impulsada por una gran inyección de fondos de China y el conocimiento de que sus materias primas críticas serán cada vez más vitales a medida que la UE busca poner fin a la dependencia excesiva de los recursos minerales raros de Beijing.