El mundo vuelve a temblar. Desde que comenzó la pandemia, gobiernos e instituciones han ido siempre por detrás del coronavirus, confiando en que la amenaza fuera siempre un mal sueño.
Esta vez, la aparición de una nueva variante en Sudáfrica, hasta ahora en tan solo un centenar de casos, ha encendido todas las alarmas. La alerta ha corrido como la pólvora y en tan solo unas horas, una decena de países han anunciado unas restricciones que antes se hubieran demorado y sopesado durante semanas.
La nueva variante del coronavirus que ha hecho contener la respiración al planeta se llama B.1.1.529, bautizada como Ómicron por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aún es pronto para afirmar con certeza si será capaz de sortear la eficacia de las vacunas o la protección que confiere haber pasado la enfermedad, reseñó ABC.
O de si será más letal y contagiosa. Pero la OMS, reunida de urgencia el viernes, sí piensa que hay motivos para inquietarse. De momento, la calificó como una “variante de preocupación”, lo que significa que podría provocar un aumento de la transmisión del virus, ser más agresiva y reducir la eficacia de las vacunas, las terapias y los sistemas de diagnóstico. Y advierte que hay “un mayor riesgo de reinfección”, lo que nos situaría en la casilla de salida de la infección.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no quiso esperar a tener estudios más detallados. Este viernes pidió a los fabricantes de vacunas que adapten cuanto antes sus productos a la variante recién descubierta en África y que ya llegó a Europa, concretamente a Bélgica.
El fabricante alemán BioNTech que ha desarrollado con Pfizer una de las vacunas más eficaces inició ya investigaciones sobre la variante Ómicron y confía en que el proceso de adaptación se prolongue durante seis semanas. “Podemos entender las preocupaciones de los expertos”, dice un portavoz de la empresa sobre la gravedad de la variante, que difiere significativamente de las formas del coronavirus aparecidas hasta ahora.
Los responsables de BioNTech esperan contar con información más detallada en dos semanas, para saber si sortea la eficacia de la vacuna actual. Una vez finalizado este primer proceso, el laboratorio confía en poder entregar los primeros lotes de vacunas ya adaptadas en 100 días.
La peligrosa variante fue primeramente detectada en Botswana, Hong Kong, Israel y Sudáfrica, donde su capacidad de contagio ha sido percibida como superior a la de la variante Delta.
Según el virólogo jefe de la Charité de Berlín, Christian Drosten, en contacto permanente con el equipo científico de BionTech, aún quedan sin embargo muchas preguntas sin respuesta a la hora de evaluar esta variante y no está claro si es realmente más contagiosa o si algún otro factor está detrás de la propagación observada hasta ahora.
“Actualmente no hay evidencia de un cambio en la gravedad de la enfermedad”, ha asegurado Drosten, que sin embargo admite que los cambios en el genoma del patógeno indican que la variante del virus podría evadir el sistema inmunológico.
“Los cambios en el genoma por sí solos no son suficientes para hablar de una situación preocupante”, insistió, “pero debe quedar claro que el virus se está propagando más rápido o tiene otras propiedades que predicen un curso más severo de la enfermedad”. “La evaluación de la variante no se ha completado y en dos semanas podremos ofrecer información más fidedigna”, confía.
La alerta la dio el jueves el Instituto Sudafricano de Enfermedades Infecciosas al descubrir los primeros 22 casos de la nueva variante en Sudáfrica. Ahora se cuenta un centenar y se esperan más casos en el curso de los análisis genómicos en curso.
Drosten recuerda que en Sudáfrica hubo una gran ola de la variante Delta el pasado invierno y es probable que el final de la ola haya sido causado por la inmunidad de la población. “Dado que la incidencia de infecciones se ha reducido en gran medida, es concebible que los nuevos brotes puedan parecer demasiado grandes en ese contexto y que esto difícilmente se notará en otros países donde hay un nivel actual de infección más alto”, agregó.
La nueva variante es una constelación de mutaciones. Acumula un centenar y más de 30 están en la proteína de la espícula, la llave del virus para abrir la cerradura de la célula humana.
Algunas de estas mutaciones ya se habían observado en otras variantes —como la Alfa británica y la Delta india— y se asocian con una mayor transmisibilidad y cierta capacidad para escapar de las defensas del cuerpo humano, tanto las naturales como las generadas por las vacunas.
“También afecta a una región que le proporciona al virus una mayor eficacia para adentrarse en las células. Eso le permitiría no solo ser más transmisible sino más infeccioso”, explica a ABC, José Manuel Bautista, biólogo molecular y catedrático de la Universidad Complutense. “Es momento para la calma, la prudencia y el análisis. Pero da miedo ver el crecimiento exponencial que se ha visto en Sudáfrica”.
Un error del primer mundo
En este país sudafricano solo el 24% de los ciudadanos están vacunados. “Nuestro error ha sido blindar alprimer mundo con vacunas”, dice José Antonio López Guerrero, virólogo de la Universidad Autónoma de Madrid. “En lugar de terceras dosis, pensemos en facilitar la primera y la segunda a países donde están sin proteger. Si no, seguirán surgiendo variantes que se adapten y escapen de las defensas inmunitarias que ya hemos desarrollado. Cuanto más se retrase el proceso de la población mundial, peor para todo
Con información de GV