El estrecho de Ormuz, un paso marítimo estratégico para la industria petrolera a nivel global, se ha convertido en un decisivo actor en medio de la violenta escalada entre Israel e Irán, ante la posibilidad de que el conflicto limite aún más el tránsito de los buques energéticos que abastecen a Asia y Europa.
En medio de este conflicto, Tel Aviv ha atacado importantes yacimientos en el terreno iraní, un hecho que se suma a los factores que pusieron en alerta a los mercados de combustibles donde ya se dispararon los precios.
Sin embargo, pareciera no haber alternativas para la compra de petróleo ante la insistencia de la Unión Europea (UE) de sancionar el crudo ruso.
La determinación israelí de bombardear la infraestructura energética del país persa agregó más riesgo a los mercados energéticos mundiales.
Por su parte, Irán ha advertido en distintas oportunidades que podría impedir el paso por el estrecho, que se encuentra entre el golfo de Omán y el golfo Pérsico, mientras que el nivel de interferencia tecnológica va aumentando en toda la región y hasta el momento, al menos 900 embarcaciones se han visto afectadas.
El estrecho y su importancia
El estrecho de Ormuz es uno de los pasos críticos para el comercio marítimo global y es la única entrada al Golfo Pérsico. Por ello, es fundamental para las importaciones y exportaciones de la zona.
Alrededor de 21 millones de barriles de petróleo se trasladan diariamente, según la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés), lo que representa más de 20 % del consumo global.
La mayoría del crudo proviene de Arabia Saudita y va principalmente a mercados europeos y asiáticos (China, Japón, India y Corea del Sur).
Por otra parte, el estrecho también es clave en el tránsito de gas natural licuado. Así, su bloqueo tiene un impacto económico significativo y podría causar una crisis energética mundial.
Con información de ANRT