Una mujer con muerte cerebral, que no pudo ser desconectada debido a la ley antiaborto de Georgia, dio a luz el pasado viernes. El caso ha reavivado el debate nacional sobre los límites legales y éticos en torno a la interrupción del embarazo.
Adriana Smith, enfermera de 30 años, fue declarada con muerte cerebral en febrero. Sin embargo, el hospital no pudo retirarle el soporte vital porque su feto aún mostraba signos de vida. Su familia denunció que la ley estatal les impidió tomar decisiones médicas tras su diagnóstico irreversible.
El bebé, nombrado como Chance, nació de forma prematura el 13 de junio mediante cesárea de emergencia. Pesa apenas 1 libra con 368 gramos (menos de un kilo) y permanece en la unidad de cuidados intensivos neonatales. April Newkirk, madre de Smith, declaró al canal WXIA-TV que el bebé “está luchando” y se espera que “esté bien”.
El caso provocó conmoción pública desde mayo, cuando la familia decidió contar su historia. Alegaron que desde febrero vivían en una especie de limbo legal, viendo a su hija conectada a máquinas sin esperanzas de recuperación.
LA LEY TRAS LA TRAGEDIA
Desde 2022, tras la anulación del fallo Roe v. Wade, Georgia prohíbe el aborto desde la primera detección de latido fetal, lo que ocurre generalmente a las seis semanas. En la práctica, eso impidió retirar los aparatos que mantenían a Smith con vida artificial, ya que cualquier acción que pudiera causar la muerte del feto está penalizada.
Con información de Agencias
