En el norte de Pakistán las lluvias torrenciales de las últimas 24 horas han dejado más de 200 víctimas mortales, según el balance oficial difundido este viernes.
Entre los fallecidos se encuentran cinco tripulantes de un helicóptero de rescate que se precipitó debido al mal tiempo mientras llevaba ayuda a zonas afectadas.
Las precipitaciones más intensas golpearon la provincia montañosa de Khyber-Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán, donde al menos 180 personas perdieron la vida. En distritos como Buner y Bajaur, las aguas arrasaron aldeas enteras, destruyeron viviendas, escuelas y edificios públicos. Equipos de rescate luchan por llegar a comunidades aisladas en medio de la geografía montañosa y el barro acumulado.
La autoridad provincial de gestión de desastres declaró la emergencia en numerosos puntos, mientras que en la Cachemira pakistaní se registraron nueve víctimas y en la parte administrada por India, al menos 60 muertos y 80 desaparecidos. En Gilgit-Baltistán, otras cinco personas murieron.
Desde el inicio de la temporada de monzones, calificada como “inhabitual” por su intensidad, Pakistán ha sufrido 507 muertes, la mayoría por crecidas repentinas y derrumbes de viviendas.
Las autoridades señalan que la mala calidad de las construcciones y el impacto del cambio climático agravan las consecuencias.
Este año las lluvias han superado récords históricos: solo en julio, la provincia de Punyab registró un 73 % más de precipitaciones que en el mismo mes del año anterior.
Aunque esenciales para la agricultura, los monzones siguen dejando tras de sí una estela de destrucción que recuerda tragedias pasadas, como la de 2022, cuando un tercio del país quedó bajo el agua.
