Ucrania sufrió la madrugada de este jueves el mayor bombardeo de las últimas semanas por parte de las fuerzas rusas, que desplegaron un arsenal compuesto por 574 drones y 40 misiles, alcanzando diversos puntos del territorio ucraniano, incluidas las regiones occidentales cercanas a la frontera con Polonia. El ataque dejó al menos una persona muerta y 17 heridos, según informaron las autoridades ucranianas.
La Fuerza Aérea ucraniana logró interceptar 546 drones y 31 misiles lanzados por Rusia, pero los impactos directos fueron registrados en 11 puntos clave del país. Además, los escombros de los misiles cayeron en tres ubicaciones adicionales.
Entre el armamento utilizado se encontraron misiles aerobalísticos Kinzhal, misiles de crucero Kh-101 y Kalibr, con el impacto más significativo en la planta de la multinacional Flex, en Mukachevo. La fábrica, que emplea a unos 800 trabajadores, sufrió daños considerables y 15 personas resultaron heridas en el ataque. Este incidente marca el segundo ataque a infraestructura empresarial estadounidense en Ucrania durante este año, tras el bombardeo a las oficinas de Boeing en Kiev, recoge France 24.
La región de Leópolis, en el oeste de Ucrania, reportó una víctima mortal y dos personas heridas a consecuencia del bombardeo. Sin embargo, Polonia, país vecino, confirmó que no se registraron violaciones de su espacio aéreo.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, condenó el ataque, señalando que Moscú no ha mostrado señales de querer iniciar negociaciones significativas para poner fin al conflicto.
A través de Telegram, Zelenski reiteró la necesidad de una mayor presión internacional sobre Rusia: «Se necesita presión. Sanciones y aranceles fuertes».
En paralelo, el ministro de Exteriores ucraniano, Andrí Sibiga, calificó de «cruciales» los esfuerzos para obligar a Rusia a cesar las hostilidades y subrayó la disposición de Kiev a hacer «cualquier esfuerzo» necesario para acercar la paz.
El ataque ruso también generó una respuesta por parte de Ucrania. Contraataques ucranianos causaron cortes de energía en varias zonas residenciales de la región rusa de Vorónezh, ubicada al sur de Moscú, y incendiaron una planta industrial en Rostov, a orillas del mar de Azov. Las autoridades locales informaron que, a raíz de la caída de un dron, una estación de energía fue dañada y varias aldeas quedaron sin electricidad. Además, 19 trenes de pasajeros sufrieron retrasos debido a los daños en la infraestructura ferroviaria.
Este escalamiento militar se produce en un contexto de creciente presión internacional sobre Rusia, mientras los aliados occidentales de Ucrania continúan debatiendo las posibles garantías de seguridad que podrían ofrecer a Kiev en futuras conversaciones de paz. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha promovido la idea de negociaciones directas entre ambos países, pero las recientes acciones de Moscú, incluyendo el ataque a objetivos civiles y de infraestructura energética, reflejan la complejidad de alcanzar una resolución diplomática en el conflicto.
Sibiga, en su declaración, denunció que «en contra de todos los esfuerzos por poner fin a la guerra», Rusia sigue atacando masivamente objetivos civiles y vitales para el funcionamiento del país, lo que evidencia las dificultades de avanzar hacia una solución pacífica.
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