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Unos se aventuran a lanzarse en balsas para cruzar el río que divide Guatemala y México, otros miles están varados en Panamá
Miles de migrantes venezolanos y de otras nacionalidades que buscan llegar a territorio mexicano, con el propósito de llegar a Estados Unidos, cruzaron ayer, mediante balsas, el río Suchiate, frontera natural entre México y Guatemala.
Así, mientras Estados Unidos ha cerrado el paso a los migrantes venezolanos y les ha impuesto restricciones sin intentan llegar por vía terrestre a ese país, México mantiene el paso libre a los extranjero quienes cruzan por puntos informales, en una frontera porosa, sin vigilancia y sin detenciones.
Los suramericanos cruzan a plena luz del día y a la vista de los contados agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) de México, que poco o nada pueden hacer para detener el flujo migratorio de personas de Venezuela, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Centroamérica.
ATASCADOS
“Ya no (quiero ir a EE.UU.). Ya no es secreto que está todo cerrado. Ya de mi parte quisiera devolverme”, comenta a EFE el venezolano Carlos Figueroa, de 28 años, desde un albergue panameño en una zona de la selva del Darién junto a miles de migrantes y tras enterarse que EE.UU. cerró sus fronteras terrestres a todos los nacionales de Venezuela que lleguen por tierra.
“Eso son guerras psicológicas”, le interrumpe otro migrante en la estación de recepción migratoria de San Vicente -uno de los dos albergues humanitarios que mantiene Panamá- al que llegan los transeúntes tras cruzar el Tapón de Darién, la peligrosa selva que comparten Panamá y Colombia como frontera, por la ruta de Canaan Membrillo durante casi una semana.
Figueroa se despide del “sueño americano” porque en el albergue “para nadie es ya un secreto que la frontera está cerrada” y “todo el mundo ha visto las redes sociales”.