Seis semanas antes de su juramentación, el presidente electo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva inició el miércoles una serie de apariciones públicas y reuniones en la cumbre climática de la ONU en Egipto.
Al arribo de Lula a un pabellón, lo aguardaban cientos de personas, muchas de las cuales lo aclamaban y coreaban consignas en portugués. La aparición de Lula, quien el año pasado protagonizó un regreso extraordinario a los primeros planos políticos luego de un período en la cárcel por corrupción, fue probablemente uno de los acontecimientos que inyectó más energía en la conferencia COP27. Durante la primera presidencia de Lula, de 2003 a 2010, se redujo enormemente la deforestación de la selva brasileña, y él ha prometido hacerlo nuevamente.
Después de reunirse con varios gobernadores brasileños, entre ellos los de estados selváticos como Amazonia y Para, Lula dirigió un breve discurso a la multitud.
“Ustedes saben que vamos a emprender una gran lucha contra la deforestación”, dijo en medio de aplausos.
Lula criticó varias veces al presidente Jair Bolsonaro, quien impulsó el desarrollo económico de la Amazonia, tanto en su retórica a favor de las empresas como en la manera como administró los bosques. Lula venció a Bolsonaro en las elecciones de octubre y asumirá el 1 de enero.
“Brasil no puede permanecer aislado como en los últimos cuatro años. (Funcionarios brasileños) no viajaron a otros países y ningún otro país viajó a Brasil”, dijo Lula.
El martes por la noche, Lula y el enviado estadounidense John Kerry se reunieron para discutir medidas contra el cambio climático y la deforestación, según un comunicado de un vocero del Departamento de Estado a The Associated Press. Lula tiene previstas reuniones con ministros de varios países.
Durante el gobierno de Bolsonaro, elegido en 2018, las agencias ambientales reguladores de la Amazonia se vieron debilitadas. Bolsonaro, excapitán del ejército, nombró administradores provenientes del sector agroindustrial, que se opone a la creación de territorios indígenas y otras áreas protegidas e impulsa la legalización de los robos de tierras. La zona deforestada de la Amazonia brasileña alcanzó su extensión más alta en 15 años entre agosto de 2020 y julio de 2021, según cifras oficiales. El monitoreo satelital indica que la tendencia es aún mayor este año.
Lula no se refirió a los informes periodísticos de que Brasil está encarando una posible alianza con Congo e Indonesia, donde se encuentran los bosques tropicales más grandes del mundo. Bajo el lema de “Opep de los Bosques” en alusión a la Organización de Países Exportadores de Petróleo y la manera como regula la producción, la idea sería que los tres países coordinen sus posiciones negociadoras y prácticas en materia de administración de los bosques y la protección de la biodiversidad. La propuesta fue presentada el año pasado durante la cumbre climática en Gñasgow, Escocia, según los informes.
A pesar de las promesas de Lula, su gobierno enfrenta una tarea colosal. Mucha gente, sobre todo ambientalistas y funcionarios, festejan las promesas de proteger el Amazonas en una conferencia climática como esta, pero las presiones sobre el gobierno para que impulse el desarrollo económico son enormes. Estas provienen tanto de la agricultura y la minería como de muchos habitantes de la Amazonia que sienten que les corresponde decidir cómo se la usa.