Esta vez no son feministas enfurecidas, ni madres buscando a sus hijos quienes convocaron a marchar sino el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que ayer volvió a las calles como en su época de activista acompañado de una marea humana de cientos de miles de ciudadanos que llenaron todo el centro de la capital mexicana.
A ritmo de mariachis, con bandas o cantos, mexicanos de toda la república caminaban con espíritu festivo por la Ciudad de México que, desde la madrugada, tenía sus principales avenidas atestadas de centenares de autobuses que arribaron del norte y sur del país.
Al frente iba López Obrador, el político que antes de llegar al poder lideró algunas de las mayores manifestaciones de este siglo en México y que ahora, como presidente, volvió a darse un baño de masas multitudinario, siempre sonriente, y custodiado por un discreto conjunto de guardias de seguridad vestidos de civil.
El mandatario llamó a todos a participar en la “marcha del pueblo” en un claro desafío a la oposición, que hace dos semanas salió en grandes números a protestar contra su gobierno, criticando sobre todo su más reciente apuesta de cambiar las leyes electorales.
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