Manifestantes molestos salieron ayer a las calles de París y de otras ciudades francesas por segundo día, intentando presionar a los legisladores a que hagan caer al gobierno del presidente Emmanuel Macron y condenen el impopular aumento en la la edad de jubilación que está tratando de imponer sin una votación en la Asamblea Nacional.
Un día después de que la primera ministra Elisabeth Borne invocó un poder constitucional especial para eludir una votación en la caótica cámara baja, legisladores de derecha e izquierda interpusieron mociones de censura que serán sometidas a votación el lunes.
En la elegante Plaza de la Concordia, una protesta festiva de varios miles de personas, con cánticos, bailes y una gran hoguera, degeneró en una escena similar a la de la noche anterior. La policía antidisturbios intervino y lanzó gases lacrimógenos para vaciar la enorme plaza frente a la Asamblea Nacional, luego de que algunos alborotadores se subieran a los andamios de unas obras de renovación, armándose con palos de madera. Lanzaron fuegos artificiales y adoquines a la policía en un enfrentamiento.