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jueves 18, abril 2024

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Violencia obstétrica: la deshumanización en el parto

|| Glenn Requena

Obstaculizar el apego inmediato de la niña o niño a su madre puede ser considerado como una vulneración hacia la mujer

Para las mujeres, el parto es un momento transformador y vital, ya que se vuelve uno de los eventos más importantes en sus vidas. Sin embargo, hay profesionales de la salud que vulneran los derechos de parturientas que son sometidas a la violencia obstétrica.

De acuerdo a la Reforma Parcial a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la intimidación obstétrica es el acto médico en el que maltratan a una mujer durante su embarazo o trabajo de parto. La legislación limita al personal de salud, no obstante, la falta de insumos en los centros asistenciales también puede jugar un factor clave.

CAUSAS

Pablo Hernández, ginecobstetra, explicó que las mujeres en este proceso pueden ser víctimas de la violencia de género, porque hay personas que se aprovechan de la situación de una embarazada, para hacer valer su superioridad.

“Hay situaciones en las que la preparación médica incluye algunos procedimientos que para los ojos de una persona inexperta puede ser visto como un acto violento como el corte de la vagina en el momento del nacimiento del feto que tiene sus indicaciones médicas muy formales, pero si no se explica a través de un consentimiento informado puede ser tomado como un acto de violencia”, resaltó el especialista.

Una de las causas más frecuentes es cuando las instituciones del Estado no otorgan espacios de calidad, para la asistencia de personas en situación de vulnerabilidad como las mujeres embarazadas y los niños.

Alterar el proceso del parto es considerado como violencia obstétrica

¿CÓMO EVITARLA?

De acuerdo a Ivy Rodríguez, ginecobstetra, es importante la formación del personal de salud, y darles a conocer sobre la ley y los parámetros que indica qué es violencia obstétrica.

“Implementar y aplicar los formatos de consentimiento para cualquier procedimiento que se va a realizar en la sala de parto, y que la paciente los lea y los firme”.

Aseguró que también es necesario mantener los hospitales públicos de insumos médicos para la atención oportuna de “nuestras maternas”, porque se evidencia mayor tipo de violencia o las pacientes se sienten más deshumanizadas en el cuidado, por parte de los trabajadores de la salud.

Pablo Hernández indicó que debe haber formación integral en los trabajadores (obstetras, enfermeras, camilleros, personal administrativo, entre otros) que atienden a las embarazadas para que la atención sea la adecuada y cónsona con una visión altruista y humana.

¿POR QUÉ OCURRE?

A juicio de Rodríguez, la violencia obstétrica puede ocurrir por el desconocimiento de la ley. También es un acto poco visibilizado, especialmente por el manejo de estereotipos que condicionan la aceptación de situaciones precarias al momento del parto, en virtud de que es algo “natural”, las “mujeres están hechas para parir”, y otros juicios similares, que confieren a muchos operadores de salud el permiso para vejar y humillar a las parturientas.

“En ocasiones el personal médico y de enfermería asumen el control del proceso de parto desde su formación profesional, pero no desde el respeto por los derechos de la mujer, transformándola en actriz de reparto en una historia donde debería ser la protagonista”.

DE LA VIDA REAL 

A las 10:00 pm del 26 de abril de 2014, Johanna Nieves, con ocho meses de embarazo, empezó a sentir contracciones muy fuertes, por lo que su familia la llevó a una clínica privada de Maracay, ya que era el sitio que solía frecuentar. La falta de atención la obligó acudir al Hospital Central de Maracay (HCM), donde ingresó con dilatación de más de nueve, por lo que le hicieron un ecosonograma.

“Me preguntaron si sentía a la bebé, porque no tenía signos de vida. Una vez que me hacen el eco, me pasan de una camilla hacia la cama y las contracciones fueron más fuertes y expulsé a la bebé muerta. No me salió placenta ni nada. Me remitieron hacia un cuarto y ahí comenzó mi calvario, fueron varios doctores que me atendían para hacerme un curetaje a sangre viva. Perdí mucha sangre y convulsioné”, expresó.

Acotó que en menos de un mes le hicieron tres curetajes y algunos restos ovulares se expandieron por todo el útero.

“A los días estaba llena de restos ovulares como si estuviera abortando nuevamente. El último curetaje me lo hicieron como cánula, me aspiraron como si me estuviesen haciendo una liposucción en el útero. Los médicos me daban por muerta, me transfirieron 20 bolsas de sangre”, concluyó.

 Johanna agradece estar viva para contarlo, aunque aún recuerda esos momentos con dolor por todo lo que pasó y por haber perdido a su pequeña.

 

¿QUÉ DICE LA LEY?  

La Ley de Reforma Parcial a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en su artículo 66, establece que se considerarán actos constitutivos de violencia obstétrica:

  • No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.
  • Obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas levantadas, existiendo los medios necesarios para la realización del parto vertical.
  • Obstaculizar el apego inmediato de la niña o niño con su madre, sin causa médica justificada, negándole la posibilidad de cargarla o cargarlo y amamantarla o amamantarlo inmediatamente al nacer.
  • Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer.
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