La Administración del presidente de EEUU, Joe Biden, ha confirmado este viernes que suministrarán a Ucrania bombas de racimo, cuyo uso está prohibido en gran parte del mundo.
El anuncio de la entrega, que formará parte de un nuevo paquete de asistencia militar para Kiev, llega tras meses de la negativa al respecto por parte de Washington ante las exigencias del Gobierno del presidente ucraniano, Vladímir Zelenski. La Casa Blanca se resistía a entregar las bombas de racimo por su potencial capacidad de afectar de forma indiscriminada a la población civil, según denuncian grupos humanitarios.
La aprobación de Washington llega en un momento en que Ucrania sigue intentando alcanzar algunos éxitos en el marco de su contraofensiva contra las tropas rusas, mientras tanto Occidente como Kiev han admitido que sus acciones militares van más lento de lo esperado.
Las municiones de racimo, que se usaron por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial, pueden emplearse en cohetes, bombas, misiles y proyectiles de artillería. Tras ser lanzados, se abren en pleno vuelo, esparciendo muchas minibombas sobre una amplia zona.
Los críticos argumentan que cuando estas submuniciones se dispersan, pueden mutilar y matar a civiles, a lo que se une el riesgo asociado a los proyectiles sin estallar, que representan un peligro durante años. Según grupos humanitarios, una quinta parte o más de estas bombas pueden detonar si son perturbadas o manejadas años después de ser lanzadas, recoge The New York Times.
¿Están prohibidas?
Desde la Segunda Guerra Mundial, las bombas de racimo podrían haber costado la vida a más de 50.000 civiles. Los afectados, incluidos niños en Siria, Yemen, Afganistán, el Líbano, países balcánicos y Laos, siguen siendo víctimas de incidentes vinculados a los remanentes de estas municiones.
Tras la adopción del acuerdo, el 99 % de los arsenales de las bombas en cuestión fue destruido, según los datos de la Coalición contra Municiones de Racimo. En particular, fueron destruidas casi 1,5 millones de municiones y 178 millones de submuniciones de los países que forman parte del pacto.
Entretanto, desde la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) se pronunciaron en contra de la entrega de este armamento por parte del Gobierno de Joe Biden, alegando el riesgo que entraña para la población civil.
Desde HRW también señalaron que tanto Rusia como Ucrania han usado bombas de racimo a lo largo del conflicto. En particular, denunciaron que ataques de Kiev con el empleo de estas municiones causaron “muchas víctimas entre civiles ucranianos” durante los bombardeos de la ciudad de Izium (provincia de Járkov), cuando la urbe estaba bajo control de las fuerzas rusas en 2022.