Ramón Guillermo Aveledo
Una alianza nacional por la educación plantea Fe y Alegría, la Escuela de Educación de la UCAB propone un amplio entendimiento en torno a políticas públicas intensivas para una educación que pueda ponerse al día y como es deseable, a la vanguardia. Para que esas ideas tan constructivas como comprometidas con el bien de todos, den frutos, se requiere mirar el problema en su integralidad.
Hay menos docentes. En 2022 la matrícula del Pedagógico de Barquisimeto, mi ciudad, había bajado de doce mil a tres mil estudiantes y su déficit de docentes estaba en el 20%. Más tarde leo en Prodavinci el estudio de Indira Rojas. Drásticas caídas en ingresos y egresados de la Universidad Pedagógica Libertador. Cada vez menos jóvenes quieren ser profesores. Nada los estimula a serlo. Pésima remuneración, escasa valoración social.
Al inicio de este año escolar, la educación pública muestra ausentismo del 55%. Educarse no se siente con utilidad prioritaria. Con la Escuela reporta un promedio de clases de 3.89 días a la semana. Una minoría lo hace llegar allí, ocho de cada diez niños venezolanos reciben clases dos o tres días. Secuela de factores socio económicos y estructurales.
Una escuela mejor, claro, pero además ¿qué nos aleja de la escuela?
Lograr ser una sociedad mejor, próspera, cohesionada, solidaria, nos exige tener niños y jóvenes más educados. Para eso, obviamente, los necesitamos sanos y bien alimentados. Caritas calcula en 65% la desnutrición infantil. Ese dato no puede sorprendernos si sabemos que el ingreso real, es decir salario mínimo más bonos, cubre apenas un quinto de la Canasta Alimentaria Familiar. Dos de cada tres hogares venezolanos están en situación de pobreza extrema. Para mejorar la salud materno infantil tienen recomendaciones universidades nacionales como la Central, la Centrooccidental Lisandro Alvarado y asociaciones de particulares como Maternova. Debemos incrementar nacionalmente las coberturas vacunales y fortalecer, en muchos lugares reinstaurar, los programas públicos de atención preventiva y control de niños sanos, la puericultura cuyos pioneros entre nosotros fueron los doctores J.M. De los Ríos y Pastor Oropeza.
La indiferencia no es opción. Las excusas tampoco. Los venezolanos, todos en todos los sectores, cada según su responsabilidad, debemos ponernos en eso. Todos podemos y debemos hacer algo. Es la gran tarea venezolana. O si prefieren otra narrativa, esa es, de verdad, la batalla decisiva.