|| Carlos Tablante
No es necesario hacer un inventario detallado de la catástrofe que sufre nuestro pueblo. Todos conocemos la magnitud del desastre que está destruyendo a Venezuela. Se trata de una emergencia humanitaria compleja: el colapso, el caos, la crisis migratoria. Esta situación, que ha generado Maduro, no puede continuar. El cambio es necesario y urgente.
Venezuela, de manera definitiva, expresó el pasado 28 de julio con mas de 7 millones 300 mil votos, un clamor por un nuevo rumbo, y nadie pone en duda, ni en el país ni en el exterior, que las elecciones presidenciales las ganó Edmundo González Urrutia. Lo reitero: ese resultado es definitivo.
Cualquier escenario de negociación tiene que partir de ese hecho político. Con los votos y las respectivas copias de las actas del CNE emitidas por las máquinas de votación de cada mesa, -publicadas en más de un 83%- es indudable que el sentimiento mayoritario de cambio de los venezolanos ha iniciado un proceso irreversible de transición.
Esta rebelión electoral es también una movilización en la defensa del voto, frente a un Estado terrorista y cruel denunciado por crímenes de lesa humanidad, que con una escalada represiva quiere imponer el fraude tratando de aplastar la soberanía popular que es la base fundamental de nuestra Constitución.
No es una confrontación ideológica entre bloques de izquierda y derecha. Lo que se reclama es que se respete el resultado de una elección presidencial en la que, a pesar de las antidemocráticas restricciones impuestas por el régimen, el autócrata Nicolás Maduro fue derrotado de manera arrolladora.
Luego de las sanciones impuestas por la comunidad internacional que dieron paso a las negociaciones y los acuerdos en México, Barbados y Qatar, se realizaron unas elecciones presidenciales sin las garantías democráticas acordadas. Sin embargo, a pesar del ventajismo y los abusos del partido-Estado PSUV y su candidato, la sociedad venezolana logró una victoria indiscutible. Es inaceptable y no se puede permitir que por la vía del fraude, el robo y una represión brutal se quiera imponer al derrotado Maduro como ganador.
En la reunión privada celebrada recientemente en la ONU entre Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU y los cancilleres de 31 países – cuyos detalles se desconocen – se acordó con determinación no permitir que Maduro se imponga como dictador de Venezuela a partir del 10 de enero de 2025. Esta es una fecha clave para todas las formas de lucha que con creatividad puedan surgir desde el campo democrático en lo interno y lo internacional, para obligar a que el CNE realice una auditoría, con apoyo externo e independiente, del resultado de cada centro de votación y sus respectivas mesas.
El recurso presentado por Enrique Márquez y un grupo de dirigentes y activistas de la izquierda democrática ante la Sala Constitucional del TSJ, ofrece una oportuna salida para evitar el fraude y restablecer la vigencia de las normas electorales del CNE, anulando así la sentencia ilegal de la Sala Electoral que avaló la falaz proclamación de Nicolás Maduro.
Por las irrefutables evidencias mostradas no cabe duda de que Edmundo González debe ser proclamado como Presidente Electo de Venezuela. Obviamente, a partir de la toma de posesión de enero de 2025, el nuevo Presidente impulsará una negociación para restablecer el estado de Derecho y la institucionalidad democrática en Venezuela.
Eso significa, darle prioridad a la crisis humanitaria, lo cual es urgente, y al mismo tiempo estudiar las diferentes alternativas de leyes de amnistía y de justicia transicional, alejados en lo posible de la sombra de la impunidad pero buscando las opciones mas viables de acuerdo a la compleja realidad política que sacude a la nación.
Por cierto, sin entrar en mayores consideraciones, comparto la decisión tomada por el Presidente Electo Edmundo González, de haber escogido el exilio ante la amenaza de su ilegal aprehensión por parte del régimen, lo que le ha permitido trabajar de lleno en las actividades diplomáticas necesarias para exigir respeto a la decisión soberana del pueblo venezolano expresada el 28 de julio, así como el cese inmediato de la represión y la liberación de todos los presos políticos, que ya suman mas de dos mil, retenidos en cárceles de alta peligrosidad, sin derecho a la defensa y totalmente incomunicados.
Por su parte, María Corina Machado y la Plataforma Unitaria Democrática, conforman un amplio enjambre de matices democráticos que tiene un solo objetivo que es que se reconozca el resultado de la elección de Edmundo González como Presidente de la República. Todo indica que cada día que pasa la dictadura trata de imponerse por la vía de la represión y el terrorismo de Estado. Ello implica, como ha dicho Andrés Caleca, realizar permanentes ajustes tácticos y estratégicos.
La lucha contra el fraude continúa pero requiere de mayor coordinación y cooperación de todos los actores políticos y sociales comprometidos con la democracia. Todos cabemos y somos necesarios. Cada quien en lo suyo pero unidos en la defensa de nuestra victoria que es definitiva.