|| Luis Chunga || Fotos Rodolfo Gamarra / Cortesía
En la Semana del Inmigrante, El Periodiquito entrevistó a dos ciudadanos nacionalizados en Venezuela
Venezuela es un país multicultural, territorio de ciudadanos del mundo que llegaron en búsqueda de lo que millones de venezolanos hoy persiguen en otras naciones: una mejor calidad de vida.
El auge petrolero, la Segunda Guerra Mundial y las dificultades socio-políticas de países de Latinoamérica, convirtieron a Venezuela en “la tierra prometida”, en la que los oriundos aprendieron a convivir con semejantes de otras nacionalidades que fueron adaptándose a esta cultura e impregnándola de sus propias tradiciones.
En medio de los más de cinco millones de venezolanos que partieron en búsqueda de un mejor vivir, hay millones de inmigrantes que decidieron quedarse en Venezuela.
Eduardo Yonamín, tiene 80 años de edad, nacido en Perú, de raíces japonesas (Okinawa), pero nacionalizado venezolano, en conversación con un equipo de El Periodiquito, contó que llegó a Venezuela hace 40 años, y lo que más le gustó y lo “atrapó” fue el clima.
Con un título de ingeniero electrónico, graduado en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) de Perú, trabajó en la industria del plástico, donde económicamente le fue “muy bien”, hasta convertirse en un “próspero comerciante”.
“Mi hijo es venezolano de nacimiento, cuando comenzó la crisis nunca pensamos en migrar, así que aquí estamos luchando”.
Aseguró sentirse feliz en Venezuela, a pesar de los conflictos sociales. Confesó que aunque antes “había mucho trabajo, también se derrochaba bastante”.
A su juicio, un inmigrante debe estar agradecido con el país que le abre las puertas, “sin convertirse en una carga social”, sino contribuir con el progreso social.
DE LA GRAN CANARIA
María Hernández Ramos tocó territorio venezolano en 1957, procedente de Santa Cruz de la Palma, una bella ciudad de aire colonial de la Gran Canaria, España, con un clima similar al de El Junquito, donde ancló junto a su familia.
“Nosotros éramos nueve hermanos y no había trabajo, yo tenía 22 años de edad,
recuerdo que mi tía vivía en Venezuela y me llamó, me animé por la crisis económica y política que vivía mi país bajo el régimen de Francisco Franco”.
A María no solo le cautivó el clima variado de la nación venezolana, sino “su gente bella”. Con el tiempo se enamoró de un inmigrante italiano, con el que se casó y tuvo tres hijos.
“Son recuerdos que nos alimentan el espíritu, cuando llegamos Venezuela era muy bonita”, recordó.
Dijo que hacía mercado con 50 bolívares “para toda la semana”, lo que ahora se hace cuesta arriba con los bajos salarios.
Confesó que jamás imaginó que su descendencia viviría el difícil proceso de migrar de la tierra natal.
“Mis hijos se fueron a Inglaterra y ya tienen familia (…) la historia de inmigrante se repitió en nuestra familia”.
COLONIAS INCLUIDASLa comunidad luso-venezolana es muy importante en Venezuela, se estiman que entre 1 y 3.5 millones de ciudadanos, tienen un antepasado portugués, esto debido a la gran ola de emigrantes que llegaron a Venezuela durante el siglo XX. Se estima que sea la tercera comunidad europea más grande en el país, sólo superada por la española e italiana. Entre los que llegaron a Venezuela en el siglo XX, la comunidad española ocupa el segundo lugar, incluso se estima que vivan entre más de 310.000 españoles en territorio venezolano y la población ascendiente podría ser de más de 3 millones. Canarios, gallegos y vascos son las principales comunidades españolas en el país. En los 60 y 70, hubo una importante inmigración latinoamericana, primero de Colombia, cuyos nacionales huían de la pobreza y del conflicto armado, y también Cuba, y más tarde del Cono Sur (peruanos, chilenos, ecuatorianos principalmente). Venezuela llegó a ser el tercer país de Latinoamérica con más peruanos, solo superado por Argentina y Chile. |
