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lunes 27, enero 2025

VIVE LA NOTICIA A TRAVÉS DEL DIARIO LÍDER DEL ESTADO ARAGUA Y LA REGIÓN CENTRAL DEL PAÍS

Migrantes se enfrentan a la desesperanza en búsqueda del “sueño americano”

||Redacción El Periodiquito

José R Carpio G

Las recientes medidas migratorias de EE UU han dejado a cientos de familias, de diferen-tes nacionalidades, a la deriva

El fenómeno de la migración se ha convertido en los últimos años en un problema mundial. Es el caso de ciudadanos que huyen en búsqueda de calidad de vida que no consiguen en sus países de origen. Marroquíes, haitianos, nicaragüenses, venezolanos, cubanos, entre otros, han salido en estampida desesperados por diferentes fronteras.

La familia Castillo es oriunda de Maracay, capital de Aragua, un estado venezolano desde donde decidieron emprender hacia otros rumbos, en el marco de una situación político, social y económicamente compleja. En consenso, tomaron la decisión de llegar “a como diera lugar” a Estados Unidos de América.

Pedro, junto a su madre y una sobrina de 12 años, averiguó los por menores del viaje, entre los que priorizó las opciones más viables y menos costosas para llegar a su destino.

Sin Visa para ingresar a Norteamérica, la única opción que quedaba era irse por la peligrosa selva del Darién, a pesar de las recomendaciones y advertencias de algunas personas que ya se habían atrevido a pasar por el temido paso fronterizo.

Muchas fueron las expectativas, miedos, ansias y ganas de salir airosos del viaje que como familia denominaron, “la travesía de los sueños”.

Los Castillo, firmes y decididos, comenzaron el trayecto hacia Colombia, rumbo a la zona selvática del Darién. En el andar, pasaron por varias experiencias, desde contacto con la guerrilla, hasta relacionarse con tribus indígenas de Colombia y Panamá.

ZONA DE NEGOCIACIÓN

Al llegar a Medellín la, ruta los llevó hasta uno de los 11 municipios que forman parte de la subregión de Urabá, localizada en el departamento de Antioquía, Colombia (Necloclip). En este punto comenzaron los convenios de viaje para los ahora migrantes.

Hay tres entradas al Darién: por la ruta de Acandí con un costo de $ 350 aproximadamen-te, por Capurgana, $ 450 o por Carreto $ 700, mientras más costoso el viaje había menos riesgos, según comentaron pobladores y negociantes que recibían al grupo de viajeros.

Nadie se quería arriesgar, así que cada quien aportó una parte y escogieron la ruta más costosa. No querían separarse el uno del otro, la consigna era “todos salimos, todos llega-mos”.

Una vez conformados los botes de partida, a los Castillo le correspondió una embarcación con 200 personas a bordo de distintas nacionalidades. La suerte estaba echada. Todos iban rumbo a la selva.

Antes de llegar al Tapón del Darién, las embarcaciones apagaron los motores y de manera imprevista los lancheros lanzaron los bolsos al agua. Las familias se dispersaron, todo era confusión, algunas personas perdieron sus pertenencias, otras a sus familiares.

Con el miedo y las expectativas a millón, la ansiedad se apoderó del grupo familiar, hubo dudas, pero ya no había vuelta atrás, todos se dirigían hacia lo desconocido.

Muchas horas de camino, cansancio, olores nauseabundos, de lo que presumen eran cadá-veres humanos en descomposición, además de humedad y un frío que les penetraba la piel.

Los Castillo quedaron un poco rezagados del grupo, ya que Pedro se quedó para ayudar a su madre y a su sobrina a pasar por los intrincados caminos. En la ruta había guías que cobraban para conducirlos hasta la salida, pero, en un lugar de la selva desaparecieron, dejándolos a la merced de la jungla. La alternativa fue dejarse guiar por rutas que otros ya habían hecho.

EL MIEDO Y LA INCERTIDUMBRE NUNCA DESAPARECIERON DE SUS CABEZAS.

En el transitar se encontraron ropas, carpas, sangre, campamentos abandonados. Iban dos días de camino y aún quedaba por recorrer. Al llegar la noche, todos se unían y entrelazaban con sus brazos, para no perderse y sentirse más confiados.

No obstante, descansar era casi imposible. Al cerrar los ojos la mente empezaba a recordar todos los episodios desagradables que les había tocado. Se encomendaban a Dios, amanecía y tenían que continuar.

Ya solos y sin guías intentaban mantenerse en el camino, ayudados en las señales que en-contraban en las trochas. Recorrieron más de la mitad del trayecto, todos estaban a punto de lograr pasar los que muchos denominan “el infierno del Darien”.

CUARTO DÍA DE CAMINO.

Ríos caudalosos, senderos empinados y la falta de agua potable, empezaron a hacer cada vez más pesado el equipaje. El cansancio hizo estragos en cada uno de los migrantes, pero el primer objetivo estaba a punto de lograrse. Las esperanzas intentaban ganarle al ago-tamiento.

Al final de la tupida selva se veía a claridad, Canaán Membrillo (Panamá); el servicio de migración del país Centroamericano recibe a los migrantes, los registran, revisan sus per-tenencias, son chequeados por efectivos militares.

Ya hay dos países recorridos, aún faltan cuatro, sigue la peregrinación.
Avanzaron los Castillo en bus, rumbo a Costa Rica y Honduras. Hicieron paradas en el se-gundo país para recibir un salvoconducto, por el que tuvieron que pagar $ 150.

Luego partieron rumbo a Nicaragua. El miedo se apoderó nuevamente de los viajantes, ya que en este punto hay antecedentes de secuestro, robo, extorsión y trata de blancas. Afor-tunadamente, no hubo contratiempos de ningún tipo.

Pasaron por Guatemala y llegaron a México el pasado 17 de enero. Hubo que apurar la marcha, en menos de 72 horas, Donald Trump asumiría la presidencia de EE UU, lo que significaba un recrudecimiento de las medidas migratorias y el inminente cierre de las fronteras.

En Tapachula (Chiapas, México), se encontraron con un pueblo modesto, pocas fuentes de trabajo y muchas personas de varias nacionalidades en la indigencia, además de una ex-trema economía informal “controlada por carteles del narcotráfico”.

La familia satisfecha con lo logrado hasta ese punto, se encontró con paisanos que viaja-ban con el mismo sueño. Se reunían y comentaban anécdotas del viaje, una más increíbles que otras. Risas y, a veces, lágrimas de emoción, porque la meta parecía cerca.

CERCA, PERO LEJOS

El día más temido por migrantes había llegado. Donald Trump asumió las riendas del país del “Tío Sam” e inmediatamente cumplió lo que había profesado en sus discursos cuando era candidato; eliminar las herramientas o aplicaciones que daban citas con funcionarios de migración estadounidenses desde la frontera de México.

La conocida CBP ONE ya no era una opción de ingreso. Además, el plan “capturar y liberar” fue radicalmente eliminado por el presidente Trump. Estas medidas echaron por tierra lo que la familia Castillo y el resto de los caminantes habían logrado hasta ese momento. El llamado “sueño americano” se convertía en una pesadilla.

Un decreto presidencial dio a la agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, mayor libertad para llevar a cabo acciones de cumplimiento en áreas sensibles, ampliar el grupo de inmigrantes indocumentados sujetos a la deportación acelerada y poner fin a la ciudadanía por derecho a nacimiento.

ESPERANZAS DESVANECIDAS

Las esperanzas se desvanecían, una aventura de casi un mes desde Venezuela a México se vio truncada. El silencio ofuscó a la familia Castillo y a quienes estaban en la misma trave-sía, el llanto fue inevitable.

En medio de una especie de limbo, la confusión y la angustia se avivaron. Las preguntas sin respuestas son comunes, todos se debaten entre quedarse donde están o regresar a casa. Los Castillo buscan apoyo emocional en organizaciones no gubernamentales y fun-daciones que se ocupan del tema.

MANOS HERMANAS

Jesús Gutiérrez Roa es un médico venezolano, radicado en México desde hace algunos años, quien no solo se dedica a dejar el nombre de su país en alto, a través del ejercicio de su profesión, sino que es voluntario en la Casa del Migrante San Miguel Arcángel.

En este lugar han atendido a cientos de viajeros que llegaron a Ciudad de México prove-nientes de las fronteras. “Cada día aumenta el grupo de migrantes que vienen en busca de asesorías y atención médica. Se puede observar el deterioro psicológico y emocional, car-gado de depresiones y frustraciones que traen entre su equipaje”.

Esta aseveración parece ser un leitmotiv en este proceso de traumas, contradicciones y desesperanzas que preocupan y ocupan al doctor Jesús, en medio de un tiempo histórico en el que las opciones se reducen para algunos.

Lo cierto, es que este fenómeno arropa sin clemencia a millares de personas en el mundo que, ansiosos se ven obligados a buscar un mínimo de bienestar en otras latitudes diferentes a sus suelos maternos.

En consecuencia, se aboga por soluciones efectivas para estas poblaciones, a través de acuerdos internacionales que garanticen bienestar y calidad de vida a los ciudadanos, en especial para aquellos que vagan por el mundo en búsqueda de mejores condiciones hu-manas.

EL DATO
La región del Darién es un área selvática y pantanosa ubicada en el límite de América Central (Panamá) y América del Sur (Colombia). Se caracteriza por sus intrincados y peligrosos caminos, donde cualquier cosa fuera de control pueda pasar: cadáveres en las vías, animales feroces, ríos turbulentos y contaminados, todo como parte de una peligrosa travesía.

 

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