|| César Méndez Campero
Si bien se ha intentado mejorar desde el punto de vista de imagen y mercadeo, la selección nacional de fútbol de mayores volverá a tener ante sí otro camino extenso y repleto de grandes obstáculos en su empeño por acceder por primera vez a la fase final de una Copa del Mundo de la Fifa, en este caso la que se va a celebrar en Estados Unidos, Canadá y México en 2026.
Hubo cambio en el escudo de la federación. Vuelven alianzas publicitarias interesantes como las recientemente suscritas y anunciadas con una marca de ropa deportiva alemana, esa de las tres rayas y con la principal empresa productora de bebidas espumosas, harina de maíz y muchos otros productos de consumo masivo.
Bien por el hecho de ampliar el mercadeo, ya que eso proporcionará ingresos muy necesarios para afrontar no solo las eliminatorias mundialistas, sino también la Copa América del próximo año, también en Estados Unidos.
En lo estrictamente deportivo, sabemos que se abre cupo y medio adicional para Suramérica en lo que se refiere a la cita mundialista, dando como hechos los pases de Brasil, Argentina y Uruguay (habituales animadores del evento), a Venezuela le tocará, con una plantilla remozada con algunas caras jóvenes que se unen a los curtidos Tomás Rincón y Salomón Rondón; a otros que deberían estar en su madurez futbolística como Yefferson Soteldo, Darwin Machís o Josef Martínez, tutearse con Perú, Paraguay y Chile en reconstrucción; con una Bolivia al alcance y con Colombia y Ecuador, seguramente un peldaño por encima del resto.
Caras nuevas como las de Alejandro Marqués, Eduard Bello y Christian Cásseres Jr – entre otras- están llamadas a tomar el relevo generacional en el combinado patrio.
El argentino Fernando “Bocha” Batista está al mando en la parte técnica, con buenas ideas, aunque cuestionado por manifestar públicamente en una cadena internacional de deportes, algo que desde los tiempos de Omar Pastoriza y Richard Páez se repetía (y se combatía) como lo es el cambio en la mentalidad del futbolista venezolano para afrontar los grandes compromisos.
Dejando a un lado las teorías y los nombres, la realidad es poco alentadora, si tomamos en consideración la estructura de nuestro balompié desde las categorías inferiores, pasando por la liga profesional doméstica y el largo rosario de situaciones en que ha estado involucrada la FVF y parte de su dirigencia desde hace bastante tiempo, frente a oponentes consolidados en la región. De no ser por los futbolistas criollos que hacen vida fuera de nuestras fronteras, la verdad es que no habría mucho para ilusionarnos. Solo dos de los 29 convocados (el arquero Alain Baroja y el defensa Alexander González, ambos del Caracas FC) provienen del circuito local, el resto juega en Europa y América.
De modo que el camino que comienza esta noche en Barranquilla, ante Colombia, será largo y tortuoso. Los venezolanos tenemos derecho a aferrarnos a la fe, a la ilusión, pero como dijo recientemente el colega Onofre Zambrano: Hay que tener los pies bien puestos sobre la tierra. Alentaremos y vamos a ligar a la nuestra, porque definitivamente somos Vinotinto.
||César Méndez Campero
Foto Cortesía @SeleVinotinto
