El ‘Rogerball’, el fútbol ofensivo del entrenador alemán Roger Schmidt, ha devuelto este sábado al Benfica a lo más alto de Portugal tras cuatro años y una temporada en la que ha ganado adeptos dentro y fuera del país luso.
Un atractivo juego de ataque basado en una presión altísima: así es este ‘Rogerball’ que en los últimos meses ha sido el garante sobre el campo del Benfica, que acaba de proclamarse campeón de Portugal.
El trofeo liguero, el 38º de su historia, fue la guinda del pastel de una campaña dominante, en la que incluso el París Saint-Germain (PSG) de Messi y Mbappé o el Juventus de Turín pasaron apuros ante los lisboetas.
Este viaje comenzó hace exactamente un año, con la llegada de Roger Schmidt, procedente del PSV neerlandés, a Lisboa, donde heredó un Benfica talentoso pero sin rumbo y que venía de perder a su estrella, el delantero uruguayo Darwin Núñez.
Pero los dolores de crecimiento fueron imperceptibles, gracias en parte al excelente momento de forma del nuevo refuerzo, el argentino Enzo Fernández.
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