No es la primera vez que las lunas de Saturno aparecen como candidatas a albergar vida extraterrestre. Se ha hablado de Titán, pero la “aspirante al oro” sería Encélado. En el pasado se habrían detectado moléculas fundamentales para la vida allí, pero ahora habría nuevas posibilidades, según un estudio publicado en Nature.
De acuerdo con los autores, liderados por Alexander Berne, la clave estaría en las distintivas “rayas de tigre” de la luna de Saturno. Se trata de fallas, similares a las de San Andrés, en la Tierra: cuatro fracturas paralelas en el polo sur de la luna que fueron observadas por primera vez por la nave espacial Cassini de la NASA en 2005. Tienen una extensión de 130 km, una profundidad de 500 metros y 2 km de ancho. Desde sus profundidades suben cristales de hielo que se cree que se originan en el océano de Encelado.
Los hallazgos podrían ayudar a determinar las características de esta luna helada y, por tanto, si Encélado es favorable para la vida. El equipo de Berne ha realizado una simulación de las mareas de Encélado y el movimiento de sus fracturas en forma de raya de tigre identifica un fenómeno similar al observado en la falla de San Andrés, que se corresponde con el patrón de actividad de los chorros de hielo.
“Comprender las vías de transporte de material bajo la superficie a través de zonas amplias o de separación es crucial para determinar si los granos de hielo en los chorros de Encélado son representativos del océano potencialmente habitable de esta luna. Nuestro estudio proporciona un marco para comprender dichas vías de transporte y su evolución en el tiempo”, explica Berne.
La evidencia de la influencia a largo plazo de las mareas en la evolución de Encélado, que también calientan el interior del satélite, demuestra que su océano tiene millones de años, lo que tiene implicaciones para la posible evolución de la vida en el interior, señala el estudio.
“Las mediciones geofísicas en Encélado usando radar nos permitirían confirmar o refutar las hipótesis expuestas en nuestro artículo – concluye Berne -. El movimiento de la superficie de Encélado a lo largo del tiempo puede proporcionar limitaciones clave sobre la dinámica del núcleo y la corteza, así como el grado en que estos procesos han estado activos a lo largo del tiempo. Nuestro objetivo es continuar investigando formas en que podemos utilizar mediciones geofísicas para comprender mejor las condiciones que pueden permitir que la vida se forme y evolucione en Encélado“.
Con información de larazon.es