En el otoño de 1943, durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial, el submarino británico HMS Trooper se embarcó en lo que sería su última misión. Con 64 tripulantes a bordo, patrullaba las traicioneras aguas del mar Egeo. Se esperaba su arribo a Beirut el 17 de octubre de ese año, pero nunca llegó. Lo que comenzó como una tarea rutinaria en medio del conflicto, terminó por convertirse en uno de los grandes misterios marítimos de la época.
El HMS Trooper formaba parte de la flota submarina de la Marina Real Británica, que jugaba un papel crucial en las operaciones de guerra, especialmente en el teatro del Mediterráneo oriental. Bajo el mando del teniente John S. Wraith, el submarino había partido de Beirut en septiembre de 1943 con la misión de patrullar cerca de las islas del Dodecaneso, en el mar Egeo, una región estratégica controlada por las fuerzas italianas. Sin embargo, tras esa última salida, el submarino desapareció sin dejar rastro, sumando su nombre a la lista de los barcos perdidos en combate.
Décadas de misterio rodearon la desaparición del HMS Trooper, pero finalmente, los restos del submarino fueron localizados en el fondo del mar Egeo, poniendo fin a 80 años de incertidumbre.
Un equipo de cazadores de naufragios, liderado por el reconocido buzo griego Kostas Thoctarides, logró dar con el lugar donde descansa la embarcación. Utilizando tecnología de sonar de última generación, los investigadores encontraron el navío a unos 250 metros de profundidad, cerca de la isla griega de Donoussa, en el mar de Ícaro.
El descubrimiento reveló que el submarino estaba partido en tres partes: la proa, la parte central y la popa. Este detalle llevó a los investigadores a concluir que el Trooper probablemente sufrió un “hundimiento muy violento”, que posiblemente fue causado por una mina submarina alemana.
Este hallazgo es especialmente notable debido a las condiciones extremas de la zona. El mar de Ícaro es conocido por sus corrientes submarinas intensas, vientos fuertes y olas difíciles de navegar, lo que complicaba aún más los esfuerzos por localizar cualquier resto.
El HMS Trooper, ahora identificado en el fondo del mar de Ícaro, no solo es un naufragio más; es una tumba de guerra para los 64 hombres que viajaron a bordo cuando desapareció en octubre de 1943. Para sus descendientes, el descubrimiento de los restos significa mucho más que el cierre de un misterio histórico: es una oportunidad para rendir homenaje y recordar a quienes nunca regresaron.
Con información de Infobae