|| Ramón Guillermo Aveledo
Coinciden en este mes de marzo dos aniversarios relevantes para los venezolanos. El 10 se cumplen doscientos treinta y ocho años del nacimiento de José María Vargas y el 14, ciento veintidós del de Luis Beltrán Prieto Figueroa ¿Qué tienen en común estos dos compatriotas eminentes? Ambos nacieron cerca del mar. Vargas a la orilla, por ser guaireño y el asuntino Prieto margariteño, no es exactamente de la playa como sí Villalba de Pampatar que cruza la calle de su casa y está en la bahía, pero margariteño al fin el Caribe lo influye, quien lo dude, que se pasee por su poesía. Los dos están unidos a la Universidad Central, Vargas además de estudiar en ella será su primer rector republicano y Prieto, formado en sus aulas, su profesor, como también, por maestro antes que abogado, del Instituto Pedagógico.
Ya sería bastante el mar y la universidad, pero hay más, mucho más para unirlos en la buena simbología venezolana. Los dos dirigen la educación venezolana. Vargas como Director de Instrucción Pública –no existía el ministerio todavía- y Prieto sí como titular de la cartera y legisladores, Vargas en la legislatura cumanesa de 1811 y en el Congreso Constituyente de 1830 y Prieto senador por su natal Nueva Esparta, primero durante la primera etapa de reformas democratizadoras (1936-41) y luego en el período democrático (1959-67), con labor intensa y fecunda, la Ley del INCE es uno de sus frutos. El conservador Vargas, será Presidente de la República, no así el socialdemócrata Prieto, fundador de Acción Democrática y del Movimiento Electoral del Pueblo, aunque sí dos veces candidato a la presidencia, en 1968 y 1978.
Vargas en el siglo XIX y Prieto en el XX significan el encuentro de la sabiduría y la ciudadanía. Uno y otro dedicaron elevada proporción de su tiempo, esfuerzo e inteligencia a la formación de la juventud, que es la más segura manera de contribuir al porvenir mejor de la sociedad. En un país marcado por la aventura, el asalto, las diversas formas de violencia, fueron brillantes ejemplos de hombres de ideas, de firmes convicciones, de apuesta por la vida cívica. Civiles paradigmáticos, demostraron que política e inteligencia no se repelen, como tampoco el poder político y la honestidad personal. La verdad en ellos comprobada es exactamente la inversa: con honestidad e inteligencia, la política produce más beneficio colectivo.
Distintos en el tiempo y las ideas, Vargas y Prieto están unidos en mi gratitud venezolana.