|| Ramón Guillermo Aveledo
Celebra la República Federal Alemana celebra su unidad, concepto y aspiración histórica del pueblo alemán que puede mirarse desde la perspectiva del largo proceso culminado en 1871 bajo el liderazgo de Bismarck y como Reunificación, tras la simbólica caída del oprobioso Muro levantado en 1961 que entre 1989 y 1990 presenció con asombro y esperanza nuestra generación.“Muro de Protección Antifascista” o “Muro de la Vergüenza” fue llamado, según el lado de la nación entonces dividida y ahora reunida y lo que es más importante, cada vez más reencontrada consigo misma.
Alemania sufrió la dictadura nacional socialista que se anunciaba como de “mil años” y duró doce, la II Guerra Mundial provocada por las desmesuradas ambiciones nazis y la derrota que dejó en ruinas a la nación y en escombros al Estado. La postguerra trajo consigo la división y una nueva dictadura de signo distinto pero similar vocación totalizante, la del SED o Partido Socialista Unificado que creó la RDA cuyo colapso fue inmediato al vivido en la URSS y simultáneo al de los países de Europa del Centro y el Este por el denominado “socialismo realmente existente”.
Esa historia, poblada de tanto dolor como de prodigios de la creatividad y la voluntad humanas, ha desembocado en uno de los mayores logros del proyecto democrático, siempre imperfecto y por lo mismo perfectible. Alemania Occidental fue desde la década de 1940 una experiencia exitosa, por su capacidad para superar escollos, construir un modelo de desarrollo inclusivo y potente en una sociedad democrática donde los derechos humanos son Norte y guía. Desde los años noventa del pasado siglo, Alemania reunificada en paz y sin mayores traumas, no obstante los difíciles retos de la realidad, es una demostración de lo que los hombres y mujeres pueden alcanzar, cuando hay unas miras básicas compartidas y unos valores que los fundamentan. En lo esencial: derechos humanos, libertad y solidaridad.
Alemania unida es un bastión de la Europa unida que por más asignaturas pendientes que tenga, sigue siendo una esperanza para la humanidad toda. Si en ese continente que tantas guerras ha sufrido y tantas diferencias existen por la fuerte especificidad de cada uno de sus pueblos ha sido posible avanzar en la integración ¿Cómo no va a serlo en otros lugares?
Creo que los venezolanos y los latinoamericanos no debemos conformarnos con lo pequeño. Que la experiencia alemana motive con fuerza nuestro espíritu de emulación.